La exploración de un paisaje no terrenal: Paisaje lunar de David Manzur y la construcción de un paisaje no figurativo

La exploración de un paisaje no terrenal: Paisaje lunar de David Manzur y la construcción de un paisaje no figurativo

La exploración de un paisaje no terrenal:
Paisaje lunar de David Manzur y la construcción de un paisaje no figurativo

Por Sara Sarria y Nelson Riaño

Imagen 1. Manzur. D, Paisaje Lunar, 1971, Ensamblaje en madera, óleo, hilos y clavo, 55 x 90 cm Colección Bancolombia

El objeto de estudio a tratar dentro de este ensayo argumentativo será la obra: Paisaje lunar de David Manzur de 1971. David Manzur es un artista colombiano nacido en 1929. Estudió Artes Plásticas, Música y Declamación en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá. En la década de los cincuenta, se trasladó a Estados Unidos, donde pasaría varios años y donde su obra se vería profundamente influenciada por su estancia en el país. Ciertamente, en el periodo entre los sesenta y principios de los setenta comenzó a producir obras abstractas, desligándose del estilo gótico y figurativo que tanto lo caracterizaba[1]. De este modo se introduce la obra Paisaje lunar (1971), la obra está ubicada en la sala de arte de la colección privada de Bancolombia, en la sección “Narrar el Aire” que según el concepto curatorial muestra una narrativa que representa la coexistencia entre elementos etéreos e intangibles que juegan con el espacio. El aire se ve personificado por diversos elementos que pueden ser vistos dentro de las obras de esta sección, tanto en el movimiento como en los elementos que conviven con este, llegando al análisis de los símbolos en las obras abstractas.

Dicho esto, se ha decidido centrar el problema de investigación en el cuestionamiento de cómo en la exploración de un paisaje no terrenal, la lógica de la abstracción y el constructivismo nos ayudan a construir un paisaje desde lo no figurativo. Se optó por guiarse por el contexto histórico en el cual se enmarca la obra y el artista, teniendo en cuenta el efecto que pudo haber tenido en la producción de la composición la llegada del hombre a la luna, además se puede analizar la influencia de Naum Gabo y su producción artística constructivista en Manzur y cómo esto lo llevo a transformar la manera a la que se acercaba al arte. El interés frente a esta obra se basa en el análisis de cómo se construye un paisaje no figurativo considerando el uso de elementos industriales, teoría donde se fundamenta el movimiento constructivista inspirado en la experimentación geométrica. Pero también, cómo estos elementos se unen a las bases del arte abstracto para llegar a representar a eso que designamos paisaje.

En primer lugar, se puede hablar del constructivismo, este es un movimiento artístico que comienza en la URSS y que en sus inicios tenía como objetivo poner el arte al servicio de la Revolución Bolchevique. El movimiento es originalmente conocido como constructivismo ruso, fue creado e ideado por Vladimir Tatlin, primer exponente y fundador de este movimiento. Tatlin creó esta corriente en base a su visita al taller de Pablo Picasso (mayor exponente del Cubismo), en donde pudo observar “collages anticonvencionales y los relieves que Picasso había hecho con pedazos de cartón, hilo y otros desperdicios”[2]. Esto inspiró enormemente a Tatlin a denominar estos collages no figurativos y abstractos: construcciones.

Por lo cual, al detonar la Revolución en 1917 muchos artistas sintieron la necesidad de implementar el arte como complemento de la revolución, de ahí Tatlin incorporó como cimiento y base de su reciente creación, la necesidad de que “los artistas tenían que servir a la sociedad produciendo objetos útiles”[3], visión que también compartía el artista Aleksandr Rodchenko. En efecto, se puede evidenciar en su obra y pieza arquitectónica, Monumento a la tercera internacional, cómo el arte se convierte en una herramienta propagandística de objetos funcionales, que produce una relación identitaria con la estructura social, económica y cultural del país en la época. Lastimosamente, el próspero futuro de la ideología comunista que Tatlin buscaba impulsar no llegó nunca a su culminación, y el Monumento a la tercera internacional a causa de escasez de materiales nunca pudo ser terminado, quedando únicamente en su fase inicial como maqueta.

Vladimir Tatlin. Monumento a la Tercera Monumental Internacional, 1919-1920. Madera, acero y vidrio. Los restos de esta maqueta están guardados en el Museo Ruso, Leningrado figura 1

En cuanto a la representación paisajística se puede señalar que el constructivismo ruso estaba ligado a una necesidad social, es por esto por lo que los paisajes están representados por: la incorporación de la naturaleza artificial y urbanística, así como por una composición fundamentada en principios geométricos simples, tales como cuadrados, círculos, líneas y triángulos. Se destaca el uso de colores primarios para demostrar simplicidad junto con las formas geométricas. La precisión y exactitud en la ejecución técnica-objetiva resaltan en la obra, mientras que en la escultura y proyectos a gran escala se emplean completamente industriales como la madera, clavos, hilos, vidrio, cartón, yeso, metal, plástico, entre otros.

Estos principios estéticos dieron bases a un constructivismo desligado de influencias ideológicas y políticas. Por consiguiente, Naum Gabo, el mayor representante de este movimiento y partícipe del constructivismo ruso, estableció que el principio original del arte no debía estar a favor de la instrumentalización política. Por este motivo Gabo decretó como filosofía personal en su arte, que, “la actividad artística era una necesidad espiritual no solo para el mismo artista, sino también para la sociedad”[4]. En ese sentido, Gabo empezó a crear obras estructurales que juegan con el espacio, el tiempo y la percepción del espectador, creando así estructuras abstractas enteramente geométricas que expresan un equilibrio dinámico producido por el vacío y la materia[5].

David Manzur quien residía en Estados Unidos al mismo tiempo que Gabo en la década de los sesenta, periodo en el que la abstracción y el expresionismo estaban en auge en el país, presenció la irrupción de un nuevo estilo artístico que contrastaba con la estética figurativa en la que había estado trabajando. Estos cambios en los estilos sumieron a Manzur en una crisis artística, ya que no se sentía plenamente identificado con la dirección que estos movimientos daban al arte. Esto se debió a la eliminación de la narrativa con la que siempre se había identificado Manzur para crear sus obras.  El artista afirma que siempre se ha inspirado en una línea geométrica romántica en sus obras. Esta aproximación le permite la precisión matemática inherente a la geometría con la esencia romántica de su espíritu como artista.

De este modo, Manzur decide alejarse del arte y enfocarse en la ciencia, se inscribió entonces en un curso de Astronomía, ya que tenía un gran interés en el espacio y los misterios de este. El curso resultó siendo una gran frustración para el artista, debido a que había romantizado la ciencia y no esperaba el rigor matemático con el que se encontró. Volvió al arte y fue en ese momento en el que David Manzur conoció al maestro Gabo en una conferencia que él estaba dando, al terminar la charla, Manzur le preguntó al maestro si él podía ser su alumno, a lo que Gabo negó y prefirió recibirlo como su ayudante. A partir de ahí, Manzur entró en el mundo del constructivismo y abstraccionismo adoptando un nuevo y temporal estilo de arte, aplicando los conocimientos brindados por Gabo mientras lo ayudaba con sus proyectos. En Paisaje lunar, se refleja el aspecto escultórico de la obra, destacando la influencia de Gabo al incorporar elementos que combinan diversas técnicas artísticas. El empleo de madera en formas definidas y la interacción con hilos subrayan la planitud y bidimensionalidad de la obra.

A través de este enriquecimiento, Manzur al volver a Colombia, instaló un telescopio en su estudio para poder observar fácilmente la luna y el espacio. Esta fue la fuerza inspiradora que le ayudó a crear una serie de obras que retratan paisajes espaciales, entre estos, Paisaje lunar (1971), una obra fundamentada en los principios estéticos y composicionales del constructivismo, pero optando por una propuesta personal que resalta la curiosidad y misterio que brindan la luna y su superficie. En particular, se destacan seis trozos de madera en la parte central inferior de la obra. Estos están hábilmente fijados con clavos, cuidadosamente camuflados por el artista para que no sean visibles para el espectador. De esta manera, se logra la ilusión de que estas formas flotan en el centro de la obra, haciendo alusión a la ausencia de gravedad en el espacio exterior. Asimismo, se puede observar que estos elementos presentan cortes geométricos circulares, los cuales reflejan, según la interpretación, los cráteres de la luna. De este modo, Manzur representa el paisaje lunar.

Esta reflexión condujo a considerar la posible influencia que Estados Unidos pudo haber tenido en la producción especifica de esta obra, teniendo en cuenta el contexto histórico de la carrera espacial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. No se puede negar la influencia que este suceso tuvo sobre Manzur. Sin embargo, al centrarse en la obra, se puede evidenciar que a pesar de que hubo un interés del artista por la luna, no se encontraron elementos que hagan referencia a una ideología o movimiento político particular al que Manzur se adhiera.

En su composición, Paisaje lunar (1971) refleja el movimiento constructivista en el uso de dos colores primarios en el fondo: el rojo y el azul. El uso particular de estos muestra la comprensión que tiene el artista del impacto de los colores sobre el espectador, ya que las frecuencias de vibración generan la excitación de los fotorreceptores singularmente porque el ser humano posee células en forma de cono que son responsables por la percepción de los colores y son en especial sensibles al rojo, al verde y al azul. Es a través del color que se crea una relación emocional entre la obra y el sujeto, siendo este el componente que conecta la materia con el espíritu[6].

Igualmente, el constructivismo se refleja en las formas orgánicas y los hilos, así como en la utilización de materiales industriales como madera, hilos tensados y clavos. Se evidencia un rigor matemático en la separación de los hilos, que, en palabras del artista José Gómez-Sicre y compañero de Manzur, “el rigor geométrico y del centro de ellas vinieron a emanar rayos luminosos hechos con hilos de nylon, cuya separación rigurosa la determinaba una computadora a fracción de milímetro”[7]. La inclusión de una computadora responde a la intención de incorporar nuevas tecnologías que potencien el proceso creativo y artístico, siguiendo el principio original del constructivismo ruso. De este modo, la obra resalta un paisaje complejo en el cual los hilos y las formas orgánicas generan un juego de colores y sombras misteriosas, atrayendo e invitando al espectador a adentrarse y explorar detenidamente esta composición.

Por otro lado, también se puede mencionar la influencia del expresionismo abstracto en la obra de Manzur; este artista llegó a conocer el movimiento en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial[8]. El movimiento surgió por un deseo de impulsar la naturaleza libre del movimiento a través de la abstracción, y lo no figurativo, es probable que el artista se haya unido a este movimiento por la influencia del país en el cual se encontró viviendo. Paisaje lunar (1971) representa una de las últimas obras no figurativas de Manzur. La relación particular que tiene con este paisaje espacial proviene de su afición por la astronomía como se mencionó anteriormente. El espacio que da a la contemplación de la forma lunar y lo circundante es característico tanto del paisaje terrenal como del espacial.

Lo que el artista transmite más allá de un paisaje figurativo, es la emoción suscitada por la pasión que él siente por el espacio, y el resultado es una creación de una respuesta visual ya que es a partir de la pintura que se puede llegar a revivir y experimentar la atmósfera del momento específico que vivió el artista al momento de ver este paisaje[9]. Es mediante la articulación entre forma y color, y una oposición de colores primarios como lo son el azul y el rojo que Manzur logra guiar al espectador en este paisaje abstracto. El uso que hace el artista del espacio físico sobre la cual es realizada la obra demuestra el trabajo físico involucrado en su creación[10]. Teniendo en cuenta que no se trata únicamente una pintura, sino que también está compuesta de forma escultórica, se aprecian cortes superficiales en la parte superior e inferior del soporte de madera. A través de estos cortes, se entrelazan  hilos rojos de nylon de manera precisa, dando lugar  a configuraciones geométricas.

En Paisaje Lunar, Manzur crea contrastes por medio del uso del color azul intenso como fondo en la obra, con los hilos rojos que dependiendo de su acumulación presentan tonalidades más fuertes cuando están unidos, creando una dinámica visual en la que el espectador participa decidiendo si se adentra a la obra por conducto de la observación de los hilos o del fondo de la composición. Mediante estas tensiones que se producen entre los hilos y la madera, surge una creación de fuerzas que se oponen. Los hilos parecen estar sosteniendo las formas de madera evitando que lleguen a una colisión. Resulta curioso considerar que, al concebir un paisaje lunar, comúnmente se imagina a la luna como un objeto completo. Sin embargo, en esta obra, el artista realiza una representación dividida por partes, planteando la interrogante de si se está representando genuinamente un paisaje lunar o más bien un paisaje espacial. Es posible interpretar las figuras de madera como la figuración geométrica de meteoritos. De esta manera, el espectador se convierte en un participante activo. La obra no solo se percibe como un paisaje debido al título que el artista le otorga, sino también por la acción que el espectador debe emprender al contemplarla.  El especatador explora un paisaje, desentrañando los elementos de misterio que Manzur[11] incorpora en sus obras al contemplarla.

Así mismo, se mantiene en un estado de perplejidad frente a la obra en la cual se busca la narrativa de la forma figurativa secreta, por la cual el artista dice que se guio para crear este paisaje no figurativo. Una de estas guías son los juegos de luz física[12] que se crean en la obra la hora de variar la intensidad y las zonas a las cuales está expuesta. Esta observación invita a reflexionar sobre la transformación de un paisaje a medida que el sol cambia su posición desde amanecer hasta el atardecer. La obra Paisaje lunar puede ser considerada como una observación autentica del modo en el que actúa como un paisaje, no imitando lo natural, sino exhibiendo una similitud en cuanto a la influencia que la luz tiene en la obra.

En conclusión, se cree que, al explorar un paisaje no terrenal, existe una libertad en la expresión del artista que representa lo espacial mediante una configuración imaginaria y misteriosa. Esta obra dialoga con el imaginario social que se concibe de la luna como un lugar que está a la vista de todos, pero inalcanzable para la mayoría. La abstracción del paisaje hace énfasis en la forma en la que dialogan la línea, el color y la luz sin tener que incorporar elementos narrativos dentro de la obra, lo que es similar al género de pintura de paisaje en el cual ya no se usa el paisaje como elemento decorativo de fondo, sino que viene a ser el elemento central de la composición. Además, la lógica de abstracción y el constructivismo son herramientas de lo figurativo, a las cuales se puede asociar la obra al incorporar nuevas tecnologías que ayuden al proceso creativo y artístico.  Esta obra es muy diciente en el modo en el que dialoga con el futuro tecnológico de la sociedad basándose en una creación conjunta entre el artista y la tecnología. Aunque se sabe que la tecnología es un medio para llegar a la creación artística y no el punto de partida desde el que surge la ideación artística. La contemplación del paisaje es una actividad del ocio humano, y a pesar de que esta obra sea no figurativa, crea el espacio en el que el espectador se ve obligado a contemplar la obra mediante las mismas dinámicas de observación, teniendo en cuenta que la actividad artística es también una necesidad espiritual.[13]

Bibliografía

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Young, Patience. “Instructional Resources: The Abstract Landscape of Expressionism: Detroit Institute of Art.” Art Education 48, no. 1 (1995): 25–52. https://doi.org/10.2307/3193558.

[1] María Cecilia Laverde Toscano, «David Manzur, Historia de una obra de fantasía y misterio», Nómadas, no. 3 (1995).

[2] J. M Nash, “El Cubismo, El futurimo y el Constructivismo”, en El Constructiviso, de J. M Nash, (Barcelona: Labor, 1975), 5.

[3]Sussanne Hillberry, “Naum Gabo: A Constructuvist artist”, Bulletin of the Detroit Institute of arts 54, no. 4 (1976): p. 175.

[4]Sussanne Hillberry,“Naum Gabo: A Constructuvist artist”, p. 175.

[5] Carolina Verd, “Naum Gabo: el arte que reside donde la vida sucede, acceso el 12 de septiembre de 2023.

[6]Peter John Brownlee, “Color Theory and the Perception of Art”, American Art 23, no. 2 (2009): 21–24. https://doi.org/10.1086/605706.

[7] Ivonne Nichols, David Manzur (Bogotá: Seguros Bolívar, 1981).

[8]Polo Castellanos, 2010, “Expresionismo Abstracto: Típicamente Nortemericano”, Archipielago. Revista Cultural De Nuestra América 17 (64). https://www.revistas.unam.mx/index.php/archipielago/article/view/20125.

[9] Eamon Colman y Brian McAvera, “Between Abstraction and Landscape”, Irish Arts Review (2002-) 24, no. 1 (2007): 62–67. http://www.jstor.org/stable/25503539.

[10] Radka Donnell Zagoroff, “Space in Abstract Expressionism”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism 23, no. 2 (1964): 239–49. https://doi.org/10.2307/427786.

[11] David Manzur y Edward J. Sullivan, Manzur (Santafé de Bogotá: Ediciones Gamma; Ediciones Alfred Wild, 1995).

[12] Radka Donnell Zagoroff, “Space in Abstract Expressionism”.

[13] Sussanne Hillberry Feld, “Naum Gabo, A Constructuvist artist”, 176.

Imagen 2. Vladimir Tatlin. Monumento a la Tercera Monumental Internacional, 1919-1920. Madera, acero y vidrio. Los restos de esta maqueta están guardados en el Museo Ruso, Leningrado