Bodegón con morcilla. La guerra sobre la mesa
Bodegón con morcilla. La guerra sobre la mesa
Por Emilio González
Durante el final de los años treinta e inicios de los cuarenta, Pablo Picasso (1881-1973) vivió en Francia y produjo algunas de las obras más importantes del siglo XX sobre la guerra. A pesar de que varias de ellas son ampliamente reconocidas, hay una que ha sido subestimada, una con gran poder narrativo y biográfico. Me refiero a Bodegón con morcilla (figura 1), de 1941. Este bodegón es de gran relevancia histórica y técnica. Picasso habla de la ocupación nazi de París a través, casi exclusivamente, de comida y elementos asociados a ella. Trabajando desde los elementos compositivos más básicos hasta iconografías muy complejas, Picasso muestra la vida en la París de los nazis. En mi análisis partiré de la composición básica del cuadro y los colores hasta llegar a las simbologías de sus elementos y acercarme así a la pintura en su contexto alimentario e histórico. Es importante aclarar, antes que nada, que en este caso específico ambos contextos son extremadamente cercanos y casi indiscernibles o intercambiables. Por ende, los trataré de forma transversal y relacional a lo largo de mi desarrollo de los argumentos.
La pieza es un bodegón, una composición de alimentos deliberadamente organizados con ausencia de personas. Representa una comida que habría tenido lugar en el restaurante La Savoyard[1]. Su formato es vertical, algo inusual para el género y que causa un efecto lúgubre. Está construido a partir de un triángulo escaleno lo percibamos en desbalance. La base del triángulo está marcada por el cajón en la parte inferior; sus lados se definen por la mesa en el lado izquierdo y el chiaroscuro en el derecho, para llegar al vértice en la lámpara. Nos encontramos primero con una morcilla larga y oscura enrollada en el centro del triángulo. Está rodeada por distintos elementos: una botella, una cuña de queso, dos alcachofas y un cuchillo. Todos se contraponen, sus agudos ángulos cubistas tan característicos, a la forma suave de la morcilla. Desde el comienzo podemos notar la falta de color en el cuadro, el gran contraste entre blancos, grises y negros que tensan la escena: la luz interrogadora de la oscurísima lámpara de la parte superior. Finalmente, en la base del cuadro, del cajón de la mesa se proyectan varios cubiertos desestabilizando el conjunto.
Esta obra fue realizada en 1941 durante la ocupación nazi de París. A pesar de que su comunismo y su odio al fascismo eran bien conocidos por los alemanes, Picasso vuelve a París, desde el sur de Francia, en lugar de buscar asilo en otro país. Los motivos que tuvo para exponerse así son un misterio[2]. Este cuadro es una ventana a la mente del artista durante una época especialmente difícil en su vida: encerrado en su estudio y rodeado de enemigos. Había perdido España a manos de Franco unos años antes – algo que exploró en su grabado El sueño y la mentira de Franco (1937) y su pintura Guernica (1937) – y su madre había muerto dos años antes. Varias rutas de análisis se abren a la hora de interpretar por qué ha escogido Picasso tratar una morcilla. Primero podemos hacer una relación obvia con la guerra: el derramamiento de sangre y las entrañas. Para mí, una de las razones que valida esta interpretación es el hecho de que Picasso la llama por su nombre en el título: pudo ser chorizo o cualquier otra cosa, pero elige conscientemente un alimento a base de sangre. No era la primera vez que Picasso pintaba alimentos de este tipo. Pero, por esta razón, creo que esta interpretación es algo superficial o simplista: él usaba elementos de sangre y violencia de manera directa, no alegórica. Por esta razón, el análisis no puede detenerse aquí. Una ruta que se abre es la de examinar un mensaje moral alegórico y no literal; después de todo, la principal motivación de Picasso para trabajar es la artística, independientemente de los eventos que ocurrían a su alrededor[3]. En este orden de ideas, se puede tratar de un mensaje moral del mismo tipo que aquellos implicados en los bodegones de carnes de los siglos XVI y XVII, bodegones barrocos que presentaban mensajes de humildad y de autocontención. Esta idea toma fuerza si reparamos con la inclusión del queso en la parte superior. Estos alimentos, lejos de ser sofisticados, representan escasez y sugieren el control de alimentos que se vivía durante la ocupación.
Junto con el queso, otros elementos que deben tomarse en cuenta son las alcachofas y el vino. Gracias al contexto de guerra en el que se producen los bodegones que Picasso pinta en esta época, no solo tienen un mensaje moral, sino también uno sobre lo efímero de la vida, su final repentino: el tema clásico del [4]. Una de las temáticas más tradicionales en el género del bodegón, el vanitas nos habla de escasez de comida, lo efímero y de austeridad, además del final de la vida. Esto se observa en los bodegones titulados Vanitas[5] (figura 2), todo rodeado de fuerte simbolismo católico. El bodegón de Picasso contiene las típicas herramientas del vanitas: las alcachofas que se pueden marchitar, el queso que se hará rancio y la botella al borde de la mesa, asomada de forma precaria al vacío oscuro que la rodease caerá en cualquier momento. Además, la forma plana de un cuadro cubista como este, hace que la mesa se vea inclinada y todos los objetos a punto de deslizarse. La pintura transmite gran desasosiego, después de todo Picasso sencontraba rodeado de soldados enemigos que sabían que era comunista y un artista “degenerado”, y por lo tanto un enemigo en potencia.
[Figura 2] Georges Braque. Vanitas I. 1938. Óleo sobre tela. 53.71 x 65.4 cm. Kreeger Museum, Washington, D.C.
La morcilla no representa, al menos únicamente, la guerra y la sangre. Pero esta pintura es sin duda sobre la guerra. El siniestro cuchillo sugiere un doble filo, los cubiertos emergen del cajón y amenazan con cortar la muñeca de cualquiera que intente agarrar algo de la mesa. La luz interrogadora y misteriosa, la paleta de grises, el extremo cubismo, la abstracción, el temor profundo que la obra transmite al espectador. Estos elementos son muy familiares y de hecho se presentan en casi todos sus cuadros de este período: Guernica (1937) es el inicio, Mujer que llora (1937) y Pesca nocturna en Antibes (1939) lo repiten. Las primeras dos son sobre la pérdida de España; la tercera, sobre la incertidumbre de la guerra que se avecina. Este bodegón es de desesperanza y miedo, miedo a perder su segunda patria y, posiblemente, su vida . Del momento en el que la guerra no sólo había tocado su puerta, sino que su tragedia y su hambre ahora estaban a la mesa. Este es el primer óleo que pintó a su regreso y presenta con un comentario artístico de las nuevas situaciones[6] sin abandonar su narrativa antiguerra. El cuchillo parece haber cortado la morcilla en la punta: de nuevo aparece la imagen del derramamiento de entrañas y sangre. Pero también puede hacer alusión al vanitas: esta morcilla se va a ir vaciando por el lado cortado hasta que no quede nada adentro. No me gustaría decir, sin embargo, que este cuadro trata sobre una pérdida inminente. La mesa sigue siendo una mesa de la abundancia, con gran cantidad de comida y bebida. Tal vez este aspecto de la mesa como cornucopia rodeada de puntiagudos cubiertos y un cuchillo sean un recordatorio moral de la fortuna que significa contar aún con comida, contrario a aquellos que vivían la guerra en el frente activo, donde la hambruna cobraría las vidas de miles. Su cuadro El restaurante (figura 3) de 1914, a las puertas de la primera guerra mundial, puede servir de contraparte a este bodegón y por lo tanto demostrar este punto, ya que representa un pollo asado con trufas bajo la piel y es mesa de la abundancia[7]: a pesar de todo, Picasso no sufre de hambre. Esto me lleva a concluir que Bodegón con morcilla se trata de la humildad y de la suerte, de hacernos pensar en lo que tenemos y otros han perdido. Que, como ellos, podemos perderlo con facilidad. Es un cuadro que nos hace agachar la cabeza en respeto por las grandes pérdidas del momento en el mundo de los rifles fascistas.
[Figura 3] Pablo Picasso. El restaurante. 1914-1915. Óleo sobre tela. 34 x 42 cm Colección privada
Bibliografía
Bernadac, Marie-Laure. “Picasso’s Still Lifes: Objects with a Soul. (Picasso and Things: The Still Lifes of Picasso Exhibition, Cleveland Museum of Art, Cleveland, Ohio).” The
Chronicle of higher education 38, no. 24 (1992): B64–.
De Maria, Shelley. “Food on the Table». En Braque and Picasso in the Dark Years: A Comparative Consideration of the Still-life Paintings Completed During the Occupation of Paris, 1940-1944. 49-64. Tesis de maestría, CUNY Academic Works, 2018. https://academicworks.cuny.edu/hc_sas_etds/368
“Skulls in the Studio». En Braque and Picasso in the Dark Years: A Comparative Consideration of the Still-life Paintings Completed During the Occupation of Paris, 1940-1944. 24-48. Tesis de maestría, CUNY Academic Works, 2018. https://academicworks.cuny.edu/hc_sas_etds/368
Gogging, Mary Margaret. “Picasso and His art Diuring the German Occupation: 1940-1944”. Tesis de doctorado, Stanford University, 1985.