Presentación del catálogo Las Colecciones de Arte en la Universidad de los Andes

El 22 de mayo se presentó esta publicación que hace parte de la nueva línea editorial de Ediciones Uniandes. Este trabajo presenta investigaciones de estudiantes, profesores y egresados del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de los Andes. En el evento, Patricia Zalamea, Decana de Artes y Humanidades agradeció al Rector, Pablo Navas, por su gestión en la Universidad y su aporte y apoyo al Departamento de Historia del Arte.

Presentación Libro Colecciones de Arte – Uniandes

Palabras de Patricia Zalamea, Decana de Artes y Humanidades en el lanzamiento del catálogo

No se alcanzan a imaginar lo emocionada que estoy de ver este libro publicado. Lo digo muy sinceramente: como decana y como historiadora del arte, me produce un enorme orgullo ver los frutos de este primer proyecto grupal producido entre estudiantes y profesores de nuestro joven departamento de Historia del Arte. Me gusta recordar que cuando empezó el programa en el 2011, eramos dos profesoras y entraron dos estudiantes; ahora somos 10 profesores y más de 130 estudiantes de pregrado, más una maestría y un departamento. Y este libro es un reflejo de este proceso, además de ser el resultado de lo que todos quisiéramos tener: poder trabajar de la mano con nuestros estudiantes desde la experiencia, más allá del salón de clase tradicional.

Este proyecto empezó hace ya tres años largos a través de una iniciativa de estudiantes que conformaron un semillero llamado “Ficha técnica” que se dedicó a inventariar e investigar las obras que están en la Universidad. Apoyado por las profesoras Ana María Franco y Olga Acosta, este grupo de estudiantes empezó a hacer visitas guiadas de las colecciones e hicieron una exposición con las obras de arte abstractas. Con Alexander Herrera y el semillero de arte prehispánico hicieron lo mismo con las obras arqueológicas. Y así surgió la idea de hacer el libro: esencialmente se conectaron las diferentes posibilidades e incorporamos la investigación de Verónica Uribe sobre las pinturas murales de Villa Paulina.

Realmente, ha sido un trabajo de todos. En ese todos, incluyo también a Ediciones Uniandes por su apoyo incondicional y su perspicaz mirada (¡y también paciencia, especialmente con las demoras de la decana!). Y por supuesto a nuestro querido Rector.

Aprovecho esta ocasión para agradecerle muy especialmente a nuestro Rector Pablo Navas. No solo porque, como ustedes saben, está terminando su periodo como Rector en la Universidad, sino por otra razón que tal vez muchos de ustedes no saben. Y aquí me dirijo sobre todo a nuestros estudiantes pues quiero que sepan y recuerden que Pablo Navas ha sido un apoyo vital para la historia del arte en esta Universidad: en estos últimos años, el programa se ha fortalecido de forma impresionante a través de la contratación de cinco profesores nuevos, y hemos tenido un apoyo incondicional para hacer una reforma innovadora que le da un carácter único al programa a nivel internacional. Fue además, gracias a su apoyo, que pudimos crear el Departamento de Historia del Arte. No fue fácil, debo decir; tuvimos que esforzarnos mucho junto con Verónica para convencerlo. No porque no quisiera o apreciara lo que hacemos, sino que la perspectiva de un rector es amplia y requiere pensar en el panorama grande, en la Universidad como un todo, con lo que implica hacer un departamento (uno pensaría que hay más costos asociados, junto con estructuras burocráticas innecesarias; sin embargo, sopesó los otros muchos aspectos positivos que finalmente primaron). No sé, además, si saben que el Rector es autor de dos libros de historia del arte: sobre Frederic Edwin Church, el pintor norteamericano, así como de una compilación del Tour du Monde. Le gusta decir que es un aficionado, pero les aseguro que no es cierto: en ambos hay aportes originales y el descubrimiento de fuentes desconocidas. Es un lector incansable de pies de página (me consta que sus libros incluyen post its en los que corrige o pelea con los autores); conoce la bibliografía y la historia del coleccionismo del arte colonial; es un coleccionista apasionado de mapas y documentos históricos. Y en todo caso, ser historiador del arte es ante todo hacer historia del arte, que es exactamente el caso de esta investigación que estamos celebrando hoy con este libro.

Podría seguir contándoles sobre el Rector, pero les doy este abrebocas, queridos estudiantes, para que piensen en lo siguiente:

Podríamos sentirnos tristes de pensar que perdemos su presencia cotidiana en la Universidad, pero por otra parte, me atrevo a decir que ganamos un amigo para la historia del arte (mejor aún, un “nuevo mejor amigo”). No tengo duda de que les abrirá las puertas con la generosidad que lo caracteriza, como nos lo recordó ayer Silvia Restrepo en el almuerzo del día del profesor: generoso en su conocimiento, así como con su tiempo. Recuerdo bien que antes de ser rector, venía a nuestros primeros simposios de historia del arte, incluso antes de que el programa fuera un programa; ahora seguirá yendo con más frecuencia podrá pasar aún más tiempo con nosotros. Pablo Navas ha sido un mentor tanto para mi como para Verónica en distintas ocasiones: compartimos la fascinación por el arte colonial y por el siglo diecinueve. Estoy segura de que si lo buscan, así lo será para ustedes, queridos estudiantes, jóvenes historiadores del arte. Es más, ojalá lo puedan convencer de que escriba más libros, de la mano de todos nosotros. Por mi parte, lo volveré a invitar como profesor invitado a nuestras clases, para que nos cuente de primera mano sobre sus experiencias como historiador del arte aficionado.

Termino estas palabras con una reflexión: lo importante de este libro no son solo las obras o la historia del arte per se. Sí, son una excusa para pensar en la Universidad como un laboratorio para nuestros estudiantes y profesores, para poner en práctica nuestras destrezas y conocimientos, pero se trata ante todo de un ejercicio de sensibilización. Una de las principales competencias que da el estudio del arte es la capacidad de observar atentamente, a interpretar nuestro entorno a través de una observación aguda, de los detalles. Con este libro, hemos aprendido a ver lo que tenemos a nuestro alrededor; ojalá que a sus lectores también los invite a tomar una pausa y detenerse en las imágenes, los objetos y los espacios que nos rodean en nuestra vida cotidiana. Que cuando caminen hacia el Bobo, se tomen un tiempo para pasar por las vitrinas arqueológicas del Franco. O que cuando almuercen en Villa Paulina, se dejen sumergir en sus murales de paisajes. Pienso en mis colegas decanos: cuando estén en la sala de reuniones de financiera (en el piso de abajo del Pedro Navas), tómense el tiempo para ver el Ramírez Villamizar, escondido en una esquina: verán que les quitará cualquier angustia. Y cuando vayan a la oficina de la Secretaria General, miren el maravilloso Fanny Sanín. Estas son experiencias que normalmente vemos en museos o galerías, de manera que esto quiere decir que somos unos privilegiados de tener estas obras a nuestro alrededor y es gracias a todos ustedes, con este libro entre nuestras manos, que tenemos la oportunidad de aprender de ellas.