La influencia del folklore japonés en los personajes zoo antropomorfos de Beastars

La influencia del folklore japonés en los personajes zoo antropomorfos de Beastars

La influencia del folklore japonés en los personajes zoo antropomorfos de Beastars

Por Juan Francisco Hernández

Beastars es un manga japonés, escrito e ilustrado por Paru Itagaki, que desde 2016 ha sido publicado en la revista Weekly Shōnen Champion. Ésta es la segunda publicación de la mangaka tokiota, quien también habría compuesto Beast Complex, una serie de historias que pueden verse como las predecesoras de Beastars[1]. Ambas historias transcurren en un mundo moderno ficticio, donde animales civilizados de todas las especies cohabitan en un mismo entorno donde existe una fuerte separación entre individuos del orden carnívoro y herbívoro. Esto produce constantes enfrentamientos de orden social que evidencian la dificultad de esta sociedad para conciliar los prejuicios e instintos naturales de cada especie y que son la base para la construcción de los eventos que se desarrollan.

La historia de Beastars gira en torno al personaje de Legoshi, un estudiante carnívoro de la prestigiosa Academia Cherryton, donde los animales son separados según el orden y la familia a la que pertenecen, con el fin de prevenir altercados. La historia inicia con la muerte de Tem, una alpaca macho estudiante de la Academia, quien fue presuntamente asesinado y devorado por uno de sus compañeros carnívoros. Esto desencadena una ola de inquietud en el ambiente de Cherryton que intensifica la desconfianza entre especies. Legoshi se ve muy afectado por este evento, dado que Tem era un amigo cercano y compañero suyo en varias actividades, por lo que decide embarcarse en la búsqueda de su asesino. Sin embargo, ante esta situación, sus instintos depredadores empiezan a salirse de control, conduciéndolo a atacar a Haru, una estudiante herbívora, quien logra escapar de ser devorada por efecto del destino. A partir de este evento, gran parte de los eventos presentados se relacionan con el conflicto interno que Legoshi empieza a tener luego de desarrollar sentimientos tanto románticos como violentos por Haru. A lo largo de los 196 capítulos, la historia gira en torno a la manera en que él y otros personajes lidian con sus emociones y aprenden a mediar entre sus instintos salvajes y el respeto por la vida en sociedad.

Ahora bien, luego de una aproximación hacia este manga, surge una pregunta sobre un posible significado detrás del diseño de personajes zoomorfos. Desde los primeros registros escritos conservados en la antigua Mesopotamia y pasando por diversas civilizaciones y culturas, se ha podido constatar la existencia de historias donde animales son dotados de características humanas con el fin de representar una situación de carácter ético o moral[2]. En la tradición europea, el género que se ha conocido desde la antigua Grecia bajo el nombre de fábula, que utiliza este mecanismo narrativo para transmitir información rápidamente sobre los personajes que hacen parte de una historia. De esta manera, partiendo desde las particularidades del folklore de cada región, las diferentes especies de animales empiezan a relacionarse con actitudes, comportamientos y símbolos específicos, que acaban por convertirse en elementos característicos de cada uno[3]. En el caso colombiano, por ejemplo, expresiones comunes como “¡mucho burro!”, “¡qué camello!” o “¡no se meta, sapo”, relacionan características humanas con ciertos animales, que acaban constituyendo construcciones idiomáticas propias de una cultura.

Ante el desconocimiento sobre la existencia de construcciones similares de la cultura japonesa, y con lo explicado previamente sobre la manera en que diversos autores de la tradición gráfica europea y norteamericana han empleado procesos de intertextualidad para establecer contextos narrativos a partir de relatos folklóricos[4], surgió la idea de desarrollar este trabajo con el propósito de comprender si Paru Itagaki también se valió de este recurso para la construcción de los personajes de Beastars. Así pues, se procederá a hacer un breve análisis de sus tres personajes principales, para luego compararlos con la tradición folklórica japonesa y así ver si, mediante la simple elección de su especie, ellos proveen información al lector sobre su personalidad o su rol en la historia a partir de los constructos culturales existentes a su alrededor, y que sirven para hacer un comentario sobre problemáticas de la sociedad japonesa contemporánea.

[1] Jacob Parker-Dalton, “BEAST COMPLEX: How Paru Itagaki’s Debut Shaped Beastars”, Otaquest, 2020, https://www.otaquest.com/beast-complex-paru-itagaki-debut/.
[2] Karin Kukkonen, “Textual Traditions in Comics: Fables, Genre, and Intertextuality”, en Contemporary Comics Storytelling (Lincoln: University of Nebraska Press, 2013), 70, https://doi.org/10.2307/j.ctt1ddr8c6.7.
[3] Ibid. 53.
[4] Ibid. 56.

Los animales en el folklore japonés

Los japoneses hallaron la síntesis del plano espiritual en el seguimiento de la naturaleza de los fenómenos y en el amor por los fenómenos de la naturaleza.[1] Es por esto que, con el paso del tiempo, el sintoísmo (religión nativa del Japón) se desarrolló como un animismo espiritual basado en la veneración de los espíritus incorpóreos de la naturaleza o kami que aplican fuerzas sobrenaturales sobre los humanos. Los dioses, entonces, se encuentran en todos los elementos naturales, como las montañas, árboles, arroyos, el sol y las olas. No obstante, nunca hubo una adoración de animales como dioses propiamente dichos. En cambio, éstos eran concebidos principalmente como símbolos y mensajeros de deidades invisibles. Así pues, similarmente al caso de las fábulas, en Japón muchos animales se encuentran ligados simbólicamente a un dios o un lugar sagrado, y su contacto con el ser humano significa manifestaciones de orden divino.[2] Así, se reconocen ciertos animales que, según la tradición, poseen magia por sí mismos y cumplen funciones determinadas en el mundo.[3]

Imagen 1: Estatua de un zorro Inari en el santua-rio Sasuke Inari de Kamakura portando un babero rojo. Archivo personal.

A partir de esto, la producción de toda clase de objetos representando animales empezó a proliferar a través del territorio japonés. En efecto, las efigies de animales están presentes desde objetos de uso cotidiano, hasta en representaciones artísticas y literarias, como las ilustraciones de Toriyama Sekien e incluso figurillas de carácter devocional como aquellas del santuario Sasuke Inari en la ciudad de Kamakura, dedicado a los zorros blancos (imagen 1). De esta manera, las diferentes creencias que surgen en torno a los animales se convierten en parte del conocimiento folklórico de los japoneses, e incluso alcanzan a formar tradiciones que se vuelven parte del día a día.

No obstante, en las creencias populares de los japoneses no siempre se relaciona a los animales con el otorgamiento de favores y beneficios. También existen narraciones que hablan sobre criaturas y bestias aterradoras y desdeñosas que reciben el nombre de Yōkai, que, aunque no sean exclusivamente zoomorfos, es común que tengan algún rasgo animal. Ejemplo de esto es el Kappa, un esperpento monstruoso del tamaño de un niño pequeño que ha sido descrito como una tortuga con facciones de rana.[4] Dado que el pensamiento del sintoísmo se construyó a partir del reconocimiento de presencias en todo el entorno del ser humano, estas alimañas suelen ser el resultado de un proceso que busca crear una presencia donde hay ausencia, usualmente para explicar el miedo que existe hacia lo desconocido.[5]

[1] T. Volker, The Animal in Far Eastern Art: And Especially in the Art of the Japanese Netzsuke, with References to Chinese Origins, Traditions, Legends, and Art (Leiden: E. J. Brill, 1975), 4.
[2] Ibid. 7.
[3] Michael Dylan Foster, “Yōkai Culture: Past, Present Future”, en Pandemonium and Parade, 1a ed. (University of California Press, 2009), 206.
[4] Michael Dylan Foster, “Natural History of the Weird: Encyclopedias, Spooky Stories and the Bestiaries of Toriyama Sekien”, en Pandemonium and Parade, 1a ed. (University of California Press, 2009), 206.
[5] Ibid. 205.

Análisis de los personajes de Beastars

La ilustración de personajes zoo antropomorfos ha estado presente en el contexto japonés desde tiempos remotos. De hecho, ilustraciones como aquellas hechas en el período Heian por el monje budista Toba Sōjō en el libro Chōjugiga dan cuenta de la presencia de representaciones zoo antropomorfas que, aunque se desconoce su significado con certeza, se cree que representan diferentes comportamientos y actitudes asociadas a cada una de las especies.[1] Así pues, teniendo estos referentes en mente y conociendo el rol de los animales dentro del folklore japonés, se procederá a realizar el análisis de los personajes de Legoshi y Louis, quienes se desempeñan como los actores principales del manga Beastars.

[1] Brent Wilson, “Becoming Japanese: Manga, Children’s Drawings, and the Construction of National Character”, Visual Arts Research 25, núm. 2 (1999): 56.

Legoshi (レゴシ):

Legoshi (también escrito Legosi o Regoshi) es el protagonista del manga. Este lobo gris hace parte del club de drama de la Academia Cherryton, donde cumple labores de personal de escenario.  De acuerdo con la información dada en el séptimo capítulo del manga, Legoshi tiene una apariencia imponente, con una altura de 185 centímetros y un peso de 71 kg[1]. En múltiples ocasiones, los demás personajes resaltan el gran tamaño de sus manos y pies, mofándose de su cola larga e inquieta que expresa las emociones que trata de esconder. No obstante, a pesar de que su físico le haga parecer una criatura feroz y violenta, su personalidad no podría ser más diferente. En efecto, a lo largo de la historia Legoshi se presenta como un personaje sumamente tímido, introvertido y silencioso. Sin embargo, cuando se ve comprometida la integridad o el bienestar de alguno de sus compañeros, Legoshi puede convertirse en la bestia más salvaje, incluso llegando a herir a sus amigos para poder lograr su cometido.

El conjunto de estos dos comportamientos parecieran ser una referencia hacia la tradición del folklore japonés. En efecto, según la tradición del Yōkai, existe un personaje conocido como Ōkami, que tiene forma de lobo y que protege a los humanos que caminan solos en la noche. Sin embargo, cuando el humano incurre en ciertos actos que desagraden al animal (como caerse, o voltearse a mirar atrás) este lobo también puede atacarle y devorarle[2]. En efecto, uno de los relatos folklóricos que mejor reflejan esta dualidad en la manera de actuar de los lobos tiene el nombre de Okami no mayuge (Las cejas del lobo), que relata la historia de un hombre que se adentra en el bosque buscando la muerte. Una vez se ha perdido completamente, se encuentra con un Ōkami y se arroja al suelo adrede, para que la bestia lo aniquile. Sin embargo, contrario a lo que esperaba, este ser le perdona la vida, pues le explica que ellos solamente devoran animales que se hacen pasar por humanos, y para hacerle entender, le entrega una de sus cejas. Esa noche el hombre se cruza una casa, donde es recibido para descansar. Ante esta petición, el dueño de la casa le permite ingresar amablemente a pesar de las quejas de su mujer. Luego de entrar, el hombre toma la ceja y la pone frente a sus ojos, sólo para ver cómo la mujer se transforma en una vieja y horrible vaca, mientras que el anciano mantiene su forma humana[3]. De esta forma, el hombre pudo atestiguar cómo los Ōkami juzgan a quién devorar y a quién proteger. Así, se puede observar cierta relación intertextual entre el personaje del Yōkai y Legoshi, puesto que, como ya se mencionó, él protegerá a sus allegados a toda costa cuando se ven amenazados por otros animales que actúan maliciosamente.

Un elemento adicional interesante que se aproxima a la manera de ser de este personaje tiene que ver con la naturaleza de la ya extinta especie de lobos japoneses. Según recuentos antiguos, estos lobos eran muy tímidos, y se ocultaban detrás de los árboles ante la cercanía de los humanos, a quienes preferían quedarse observando desde la distancia[4]. De manera similar, Legoshi jamás busca ser el centro de atención y prefiere pasar desapercibido entre los demás estudiantes. En efecto, este rasgo se hace evidente desde las historias que se narran sobre su niñez, cuando, en lugar de jugar y compartir con los demás animales, prefería estar apartado y jugar consigo mismo.

[1] Paru Itagaki, Beastars, vol. 1, 2016, 21.
[2] John Knight, “On the Extinction of the Japanese Wolf”, Asian Folklore Studies 56, núm. 1 (el 19 de mayo de 1997): 136, https://doi.org/10.2307/1178791.
[3] Ibid. 138.
[4] Ibid. 137.

Louis (ルイ):

Louis (también escrito Rui) es un venado rojo considerado como el deuteragonista de la serie. En los primeros capítulos, Louis es presentado como un estudiante de último año de Cherryton, cuya popularidad en la Academia lo hacía el candidato más favorable para ganar el título de Beastar, el ícono que representa la paz entre carnívoros y herbívoros. Igualmente, al principio se desempeña como la cabeza y actor principal del club de drama, grupo que más adelante abandonará para liderar organizaciones criminales por fuera de la escuela, donde consigue conciliar las disputas entre grupos enemigos de carnívoros. Louis constantemente se siente inferior a sus semejantes carnívoros, por lo cual finge tener un carácter fuerte y una actitud arrogante que oculta su fragilidad. A pesar de todo, Louis suele ser muy dominante, algo que, en conjunto con su extrovertida personalidad, lo convierten en el candidato perfecto para convertirse en el nuevo Beastar. Y aunque esta situación cambia radicalmente hacia la mitad de la serie, Louis siempre se mantiene como un ícono de la unidad entre ambos órdenes. Esta última característica puede relacionarse con la concepción budista del venado, en la que es representado dentro de la Rueda del Dharma como un símbolo de la armonía y la felicidad y donde su presencia ante el ser humano es entendida como la manifestación física de la compasión y la serenidad[1].

[1] Hope B. Werness, “Deer”, Continuum Encyclopedia of Animal Symbolism in World Art, 2006.

En la tradición sintoísta, existen dos deidades de la buena fortuna en cuya iconografía se incluye un venado: Jurōjin y Fukurokuju. Conforme a esto, se empezó a reconocer a esta especie como mensajera de la prosperidad que otorgan aquellos kamis dentro del folklore japonés. En este sentido, sería posible ligar esta última idea con el entorno familiar de Louis, que es muestra de prosperidad económica y social. Sin embargo, en este caso, resulta interesante ver el contraste que hay entre el personaje y las concepciones culturales sobre su especie. En efecto, contrario a lo que se esperaría de un mensajero de la buena fortuna, a lo largo del manga Louis sufre una larga serie de adversidades que transforman fuertemente su personalidad. Una explicación que se puede relacionar con estos sucesos tiene que ver con una marca que tiene en forma del número cuarto en la planta del pie derecho, que se puede leer como un presagio de eventos desafortunados (imagen 2). Esto se debe a que, en las supersticiones japonesas, el número cuatro es considerado como símbolo de mala fortuna, puesto que una de sus pronunciaciones (shi) es fonéticamente similar a la palabra para muerte (死, shi).

Imagen 2: Louis mostrando la planta de su pie derecho, con el número 4 marcado.

Discusión

Beastars, al igual que otros mangas, ha buscado plasmar situaciones de la historia y cultura del Japón de manera simbólica para hacer un comentario hacia su sociedad. Sin embargo, aunque ciertamente existe una crítica subyacente en esta historia, lo que diferencia a Beastars de otras producciones anteriores es que utiliza un lenguaje visual y narrativo que entra en diálogo con antiguas tradiciones folklóricas, para lograr una conexión íntima con el lector, que trasciende la narrativa de la historia y se liga al conocimiento colectivo de los japoneses para hacer alusión a problemáticas presentes en la sociedad contemporánea. En efecto, como se puede ver a raíz de los ejemplos de Legoshi y Louis, la utilización de símbolos que se originan en los saberes populares y tradiciones del Japón permite caracterizar personajes que hacen parte una sociedad profundamente dividida a raíz de disputas de orden discriminatorio.

Esto pareciera hacer alusión a una problemática que ha sido ampliamente discutida dentro y fuera de Japón tiene que ver con el persistente rechazo de la población japonesa hacia otros grupos raciales, incluso comunidades nativas como los Ainu y Buraku. Esta actitud ha sido descrita como un problema de xenofobia y discriminación racial generalizado, que incluso ha sido descrita en un informe de la 62ª comisión de derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas del año 2006[1]. El mundo donde se desenvuelve la historia de Beastars podría, entonces, verse como un símil de la sociedad japonesa, donde ésta problemática se ha amplificado con el fin de hacerla más evidente.

El rechazo mutuo de las especies carnívoras y herbívoras genera conflictos permanentes en la historia de este manga. Sin embargo, la presencia de personajes como Legoshi y Louis, que constantemente buscan demostrar que la unidad entre especies es posible y necesaria, parecen representar el comentario de convivencia que Paru Itagaki quiere transmitir. Es quizá por esto que los dos personajes principales fueron creados usando dos especies cuyo simbolismo en el folklore japonés se relaciona con la armonía y la protección. De esta manera, se hace evidente cómo los elementos que conforman una cultura pueden ser utilizados por un artista para apelar a una población que podrá reconocer problemáticas implícitas a partir de los personajes, que se asocian a construcciones provenientes de la tradición.

[1] Doudou Dienè, y Comisión de Derechos Humanos. “El racismo, la discriminación racial, la xenofobia y todas las formas de discriminación”. Nueva York, 2004.

Conclusión

La cultura popular japonesa es un mundo sumamente complejo, que se alimenta de diversas tradiciones que se complementan entre sí y pueden ofrecer diferentes miradas sobre un mismo tema de estudio. Los análisis hechos en este trabajo son el resultado de la revisión de una pequeñísima fracción de todos los simbolismos mitológicos, religiosos y folklóricos que existen sobre los animales que protagonizan Beastars y que también están presentes en otros relatos en la cultura del Japón. Igualmente, esta es una pequeña interpretación de todo lo que podría decirse sobre la intertextualidad que se puede descubrir detrás de los personajes. Sin embargo, esto es suficiente para evidenciar cómo Paru Itagaki se valió de dichas concepciones para moldear la personalidad y la manera de ser de los actores de su historia. Así pues, resulta interesante ver cómo Paru Itagaki juega con la tradición, relacionándola con otros saberes para crear personajes realmente complejos que dan gran valor narrativo y conceptual al manga. Efectivamente, al valerse de recursos provenientes de las tradiciones literarias, mitológicas y religiosas del pueblo japonés, Itagaki permite que sus lectores puedan conectarse fácilmente con sus personajes, puesto que ya estarán familiarizados con seres de naturalezas similares. Además, este recurso da la posibilidad de hacer comentarios implícitos sobre problemáticas que afectan la sociedad japonesa, utilizando a los personajes como medio para resaltar la importancia de valores como la armonía y la unidad. Es así como Beastars demuestra no ser una obra indeliberada, producto de la mera imaginación de la artista, sino que efectivamente se nutre del conocimiento tradicional para adaptarlo a formas contemporáneas de expresión para así mantener vivo el saber popular.

Bibliografía

 

Dienè, Doudou, y Comisión de Derechos Humanos. “El racismo, la discriminación racial, la xenofobia y todas las formas de discriminación”. Nueva York, 2004.

 

Foster, Michael Dylan. “Natural History of the Weird: Encyclopedias, Spooky Stories and the Bestiaries of Toriyama Sekien”. En Pandemonium and Parade, 1a ed., 30–76. University of California Press, 2009.

 

———. “Yōkai Culture: Past, Present Future”. En Pandemonium and Parade, 1a ed., 204–16. University of California Press, 2009.

 

Itagaki, Paru. Beastars. Vol. 1–18, 2016.

 

Knight, John. “On the Extinction of the Japanese Wolf”. Asian Folklore Studies 56, núm. 1 (el 19 de mayo de 1997): 129–59. https://doi.org/10.2307/1178791.

 

Kukkonen, Karin. “Textual Traditions in Comics: Fables, Genre, and Intertextuality”. En Contemporary Comics Storytelling, 51–86. Lincoln: University of Nebraska Press, 2013. https://doi.org/10.2307/j.ctt1ddr8c6.7.

 

Parker-Dalton, Jacob. “BEAST COMPLEX: How Paru Itagaki’s Debut Shaped Beastars”. Otaquest, 2020. https://www.otaquest.com/beast-complex-paru-itagaki-debut/.

 

Taniguchi, Masahiro. “The myth of the ‘Hare of Inaba’: The first tale of the god, Okuninushi no kami”. Kokugakuin University, 2018. https://www.kokugakuin.ac.jp/en/article/96736.

 

Volker, T. The Animal in Far Eastern Art: And Especially in the Art of the Japanese Netzsuke, with References to Chinese Origins, Traditions, Legends, and Art. Leiden: E. J. Brill, 1975.

Werness, Hope B. “Deer”. Continuum Encyclopedia of Animal Symbolism in World Art, 2006.

 

Wilson, Brent. “Becoming Japanese: Manga, Children’s Drawings, and the Construction of National Character”. Visual Arts Research 25, núm. 2 (1999): 48–60.

 

Todas las imágenes fueron recuperadas de Itagaki, Paru. Beastars. Vol. 1–18, 2016, a menos que se indique lo contrario.