Chamanismo, brujería, santería. Julián Sánchez González investiga cómo las espiritualidades influyen en el arte de las Américas
Una generación de artistas del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina en los años setenta y ochenta estuvieron involucrados en la creación del primer congreso mundial de brujería que se celebró en Bogotá en 1975.
Este congreso fue monumental, masivo, 3000 personas de todo el mundo: académicos, folcloristas, parapsicólogos, artistas, sacerdotes, sacerdotisas, practicantes culturales de diferentes denominaciones espirituales, todos en Corferias.
Julián Sánchez González descubrió estas conexiones entre los artistas del archipiélago y el congreso de brujería en 2016. Este hallazgo terminó definiendo la línea de investigación que ha orientado su maestría y su doctorado.
Julián es historiador y politólogo uniandino. Por curiosidad tomó una clase de Historia del Arte con Patricia Zalamea “ella fue mi primera mentora de historia del arte de toda mi vida; yo no sabía que la historia del arte existía como disciplina hasta que tomé esa clase con ella”. Al semestre siguiente le pidió ser su monitor y ahí comenzó su interés por este campo del conocimiento como profesión. Julián se graduó con una opción en Historia del Arte y otra en Gobierno.
La tesis de la maestría en Historia del Arte que Julián hizo en la Universidad de Nueva York propone repensar la historiografía del arte en Colombia a partir del caso del congreso mundial de brujería en 1975. La investigación sobre este congreso, por un lado, lo acercó a la riqueza artística del Caribe que, en el caso colombiano, padece por la falta de exploración académica y promoción estatal. Además, este es un caso provocador porque el cubrimiento masivo y mundial que los medios de comunicación hicieron del congreso de brujería no existe en los archivos.
He encontrado incluso periódicos en Australia y Nueva Zelanda que lo cubrieron. Lo curioso de todo es que este evento está completamente perdido en la historiografía cultural de la Nación. No hay nada escrito sobre el congreso. Hay una alarma que se debe prender ahí, tanto desde la disciplina histórica, que no se sabe qué hacer con algo que tiene que ver con brujería y segundo, Colombia, a pesar de ser un país tan santero, tan brujo y tan creyente en estas formas espirituales alternativas, oficialmente no las reconoce porque también es un país muy conservador.
Julián publicará próximamente el producto de su tesis sobre este evento y su relación con la producción artística de San Andrés y Providencia. Sin embargo, la investigación sobre este tema no terminó con el grado de Maestría. Julián se ha dedicado a ampliar su exploración sobre la influencia en el arte de las denominaciones religiosas que él denomina alternativas, como el chamanismo, la brujería y la santería, entre las décadas de los setenta y los noventa.
Es el momento de desarrollo de la contracultura global, que fueron los setenta: resistencia, proposiciones diferentes de entender el mundo, la vida, cómo relacionarnos con este mundo muy occidental racional que se ha impuesto desde el siglo XIX. Estoy tratando de entender cuál fue ese impacto en los artistas.
Hoy Julián Sánchez adelanta su doctorado, también en historia del arte, en la Universidad de Columbia. Para su disertación, decidió aumentar la escala del interés que nació en San Andrés y Providencia.
Estudiará tres casos. El primero es una ampliación de su tesis de maestría sobre los artistas del archipiélago en el congreso de brujería en Bogotá. El segundo se nutre de los viajes de Julián por el Caribe en búsqueda de más fuentes sobre los artistas influidos por la espiritualidad.
Se enfocará en la obra de la artista de Trinidad y Tobago A k u z u r u. Su trabajo fue reconocido durante la década de los ochenta en Europa y se desenvuelve en medio de las prácticas del chamanismo, la curación a través de la conexión de la artista con la tierra y las prácticas performativas relacionadas con su cuerpo.
Para el tercer caso, que está en su fase inicial, Julián se pregunta cómo entender esa relación entre diferentes denominaciones espirituales, pero en artistas chicanos de California en los setenta. Julián espera hacer una estancia de investigación en Berkley en 2022 para recopilar allí sus fuentes.
Me interesa demostrar que el impacto de las historias globales no depende de si pasan o no pasan en centros metropolitanos como Nueva York, París o Londres, sino de la perspectiva del investigador. Espiritualidades como el obeah, la brujería, el shangó, las prácticas amerindias, tienen una gran influencia en la producción de los artistas y ahí hay una riqueza que hay que investigar.
La dedicación de Julián Sánchez González a su trabajo le ha permitido colaborar con el Museum of Modern Art de Nueva York, donde hizo un paralelo entre la obra del artista brasileño Rubem Valentim y la de Ibrahim El-Salahi de Sudán; con la Colección Patricia Phelps de Cisneros, donde ha publicado análisis del arte contemporáneo de República Dominicana, Haití, Cuba y Trinidad y Tobago y, recientemente con el Pérez Art Museum de Miami, PAMM.
El PAMM invitó a nuestro egresado a ocupar la primera pasantía de investigación de su Caribbean Culture Institute. A inicios de la pandemia en 2020, el Museo le facilitó a Julián catálogos, fuentes y contactos para hacer una parte de la investigación desde Bogotá. Después, pasó 15 días en Miami frente a las obras.
El resultado de la pasantía fue un trabajo comparativo entre tres artistas caribeños activos en los años noventa y cuyas obras se encuentran en el PAMM: Belkis Ayón, miembra de la sociedad secreta afrocubana Abakuá; el puertorriqueño Arnaldo Roche Rabell, autor de “un autorretrato en el cual él posiciona su figura como la figura de Cristo al mismo tiempo que está en un proceso de parto” y Purvis Young, un artista afroamericano de familia caribeña cuyas pinturas Julián asocia con la literatura afrofuturista.
En las próximas semanas, el museo publicará la investigación de Julián que, de todas maneras, ya se introdujo en el evento virtual Myth and Spirituality in Caribbean Art en febrero de 2021.
Julián Sánchez planea terminar su doctorado entre 2023 y 2024 y, luego, seguir investigando la relación entre arte y movimientos sociales no hegemónicos. Defiende un uso del conocimiento producido en la academia que no esté disociado de las conversaciones y las necesidades prácticas de la sociedad.
Nosotros como investigadores en Colombia tenemos una responsabilidad de ver la academia de una forma creativa y que no la posicione como una torre de marfil.