Editorial – Undécima edición
Nota Editorial Clío:
Como equipo nos honra poder presentar la undécima edición de Clío: Revista de Historia del Arte en el marco de la exposición Marta Traba 4 veces: miradas desde su archivo. No porque nuestra edición se centre, como la exposición, en la vida y trabajo de esta gran escritora, critica e historiadora, sino porque reconocemos fuertemente esta revista como producto de su legado. Esta undécima edición de la revista se enfoca en en el siglo XX, presentando artículos concentrados en la historia, historiografía, estudio, y critica del arte de este periodo tan fructífero en temas estilisticos. Es entoncess, que fue imposible no pensar en Traba, ni sentir su espíritu presente de cierta forma, mientras leíamos, editabamos y discutiamos los grandes textos que logramos compilar en este número. Definitivamente, las bellas palabras de Patricia Zalamea en el lanzamiento de la exposición, y el trabajo de todo el equipo curatorial de la muestra nos inspiraron a realizar un trabajo editorial que, en el verdadero espíritu de la revista ‘Prisma’, logre exponer las grandes ideas que representan los autores de esta edición, y poner sobre la mesa las propuestas y opiniones de estos estudiantes del departamente de Historia del Arte de la Universidad de los Andes acerca del Arte Moderno del siglo XX.
Publicar un número sobre el arte del siglo XX resultó ser una labor ardua, pero queríamos una tarea ambiciosa, así como lo fueron las propuestas del siglo XX. A través de diversas temáticas hemos explorado estos 100 años de la crítica, teoría e historia del arte, en los que se produjeron por primera vez muchas de las técnicas y estilos que hasta hoy resultan fascinantes. Exploraciones y resignificaciones de la fotografía, la comida como un elemento simbólico, la moda como arte, teorías como ventanas a nuevas visiones y análisis del arte, la psicología en la pintura, entre muchos otros. Todos estos eran elementos del campo de juego al que se enfrentaron los artistas y sus creaciones, con los que crearon nuevos mundos y miradas que cambiaron al arte por siempre. Muchos de estos ya se conocían para su tiempo, pero nunca habían sido vistos desde los nuevos ojos y mentes que trajo consigo el siglo XX. Este fue el objetivo general para este número: lograr capturar la esencia del siglo XX y su complejidad creativa a través de trabajos que exploran con curiosidad y rigor las nuevas perspectivas introducidas en esa centuria.
La edición se compone de once textos, que se pueden dividir en cuatro ejes que capturan las particularidades del siglo XX: nuevas aproximaciones historiográficas a la disciplina de la Historia del arte, el surgimiento y exploración de nuevas perspectivas de la realidad a partir del Arte Moderno, la fotografía y las tecnologías de la visión del XX como medio de expresión, y la representación del cuerpo oprimido en los varios contextos de violencia de este siglo.
El texto de Eloísa Fagua “Qué es escribir historia: perspectivas a partir de Aby Warburg en el Atlas mnemosyne” argumenta que el Atlas mnemosyne de Aby Warburg propone una nueva visión de hacer historia, principalmente a partir de la noción de tiempo y del método utilizado. A partir de un análisis historiográfico de estos dos elementos, la autora explica propone lo siguiente: primero, que, al tratarse de un atlas (un collage de imágenes), se crea una historia que no tiene un final y que, además, desafía la noción tradicional de conocimiento en Occidente; segundo, explica cómo el proyecto warburgiano desafía la noción de un pasado único y estable, reconociendo, en cambio, una “multiplicidad temporal que aflota por medio de las supervivencias de la memoria de las fórmulas de patetismo”. El texto “Wölfflin, Guido, Weddingen y el vendaval criollo”, más que revisar una nueva manera de escribir historia, pretende indagar si es posible encontrar una historia del arte escrita en América Latina. Riaga identifica la relevancia de los aportes del argentino Ángel Guido para tales efectos, pero argumento cómo la interpretación que hace Tristan Weddigen sobre la obra del argentino termina por reproducir los esquemas eurocéntricos de dominación del conocimiento que privilegia lo europeo (centro) frente a lo latinoamericano (periferia).
Los textos de Emilio González, Catalina Silva y Oriana Colmenares se centran en explorar las nuevas resignificaciones de los conceptos ‘abstracción’ y ‘realidad’. En “Pintura y suelo: El sentido del lugar en la abstracción gestual de Márquez y Still”, González se enfoca en dos trabajos de los dos artistas para explicar la universalidad de los lenguajes abstractos. Así, logra mostrar el vínculo generado entre la abstracción gestual y el mundo real y las distintas maneras en la que se logra en los dos artistas. De la misma manera, en “Respuestas a la modernidad de las obras de Bridget Riley y Lygia Clark” Silva remarca la nueva forma en la que las dos artistas buscan una nueva forma para ver y comprender el espacio, para, desde distintos tiempos y geografías, darle un nuevo significado a su concepción de realidad. Asimismo, Colmenares, en “El arte como terapia: una visión de la realidad subjetiva del artista”, explora también las realidades del cuerpo y de la mente desde la obra de Lygia Clark, pero ahora haciendo un contraste con la artista japonesa Yayoi Kusama. Aquí, centra su atención en la manera en la que la subjetividad de cada una de las artistas influye en su comprensión de realidad e incluso la posibilidad de ver el arte como forma de terapia psicológica. Laura Martínez, por otro lado, presenta en “La paradoja entre el arte contemporáneo y la sociedad en que se produce: Fragmento del libro Visión del arte latinoamericano en la década de 1980” una seductora propuesta alrededor del arte latinoamericano de la década de los 80. Su inteligente comentario a este libro de diversos autores cuestiona ¿cuál es la relación existente entre el arte contemporáneo y las problemáticas de la sociedad que lo produce? Así, discute las condiciones contextuales, económicas y de cercanía [o falta de, realmente] entre el arte y la sociedad. Martínez logra traer a colación texto que toma los elementos claves del siglo XX, para hacernos repensar nuestra contemporaneidad.
Por otra parte, sobre la fotografía, Lucas Morales y Gabriella Jaramillo exploran dos apariciones muy diversas de la fotografía, que, no obstante, coinciden en el factor innovador y resignificante del siglo XX. Por un lado, Morales en “Cuerpos fotográficos: La presencia, la ausencia y la configuración de la fotografía familiar en el contexto de la desaparición forzosa y muerte violenta en las dictaduras del Cono Sur » explica cómo las fotografías de los desaparecidos pueden actuar como entes con agencia viva, que, a su vez, transforman la fotografía en un lugar de duelo ante la ausencia del cuerpo. Por el otro, Jaramillo aborda el debate de la fotografía de moda en su condición de “arte”, desafiando la noción errónea de que esta práctica compromete la integridad artística e intelectual del fotógrafo, demostrando que es posible mantener la calidad artística como el valor estético en este campo de la fotografía, en el contexto de las escenas de arte y vanguardias del siglo XX. Esto lo logra haciendo una exploración en detalle de 5 fotógrafos de moda que desafiaron estas barreras impuestas a la concepción de arte.
Por su parte, María José Sánchez en su texto “La ocupación y la segunda guerra mundial: la corporalidad femenina vista desde un medio abyecto para enfrentarse a las consecuencias de la guerra” reflexiona en torno a la connotación abyecta otorgada a las corporalidades femeninas en el cine japonés de la post guerra, como un mecanismo de resignificación de la mujer dentro de la sociedad del país nipón. Esto abre el dialogo a las concepciones de género, y específicamente los roles de género y su relación con la sexualidad en contextos de guerra y violencia. Pablo Añez continua ese mismo diálogo con su ensayo “La fotografía como suplemento complemento del registro performático: sobre la documentación y el performance como fotografía en Lo que el SIDA se llevó (1989) de Las Yeguas del Apocalipsis” donde, no solo expone de forma casi poética la obra de Las Yeguas del Apocalipsis, si no que catapulta su análisis hasta el punto de cuestionar los límites del performance y todas aquellas preconcepciones que se tienen del conceptualismo performático de este periodo. Finalmente, pero no menos importante, Juliana Botero presenta “El pollo frito en la obra de Carrie Weems como estereotipo del racismo” y explica cómo Carrie Weens logra capturar con su fotografía, y unas cortas frases que la acompañan, cómo la comida está relacionada con estereotipos perpetuados hasta el día de hoy, que aluden nociones de raza –racismo- y de clase social –clasismo- en los Estados Unidos de finales de los 80.
Reiteramos nuestra emoción por presentar este número dentro de un contexto de celebración y homenaje a Marta Traba. Pero, también, recordamos el papel de Clío dentro del departamento. Somo un espacio hecho por estudiantes, para estudiantes, un espacio reconocimiento y apoyo del talento, que sabemos que abunda entre los estudiantes de Historia del Arte. Nos enorgullece sacar a la luz todo el trabajo que conlleva este tipo de procesos editoriales pero, sobre todo, que se oigan las voces de los brillantes autores que podrán leer a continuación.
Esperamos de todo corazón que disfruten este número tanto como nosotros.
Equipo Clío, 2023