Representación fotográfica en el Porfiriato: Identidad y narrativas políticas en México.
Representación fotográfica en el Porfiriato: Identidad y narrativas políticas en México.
Por: Sara Sarria
Durante el Porfiriato en México, la fotografía fue empleada estratégicamente para respaldar la visión política del gobierno de Porfirio Díaz. Alfred Saint Ange Briquet, fotógrafo francés que se transfiere a México, captura la imagen de una mujer indígena posando en un estudio fotográfico. Esta fotografía adquiere relevancia en el análisis de la construcción y manipulación de la identidad en un contexto de cambios políticos y sociales. Este ensayo realiza una evaluación crítica de la fotografía Sirvienta India en el Museo Soumaya de la Ciudad de México para comprender cómo la representación de la identidad indígena durante el Porfiriato refleja la compleja relación entre la manipulación visual y las narrativas políticas de la época. Se analiza el entorno artificial y el atuendo tradicional como elementos clave para comprender cómo la imagen pudo haber proyectado una narrativa de estabilidad y progreso social, alineada con la visión política del gobierno porfiriano, mostrando las complejidades en la construcción de la identidad nacional en un contexto de transformación sociopolítica durante el Porfiriato en México.
En primer lugar, el contexto político de México en el siglo XIX estuvo profundamente marcado por Porfirio Díaz: presidente de México entre 1876 y 1880, y luego de 1884 a 1911, que se destacó por un régimen de gobierno autoritario conocido como la era porfiriana. En este se implementaron varias políticas de desarrollo económico y modernización en el país que beneficiaron a la élite mexicana, pero que llegaron a impactar de manera negativa a otros sectores de la población como las comunidades indígenas, que se veían afectadas debido a que las modernizaciones se realizaban a expensas de sus derechos y el despojo de sus tierras. Estos desacatos con la población y la perpetuación de la desigualdad fueron unos de los causantes de la Revolución mexicana. Así mismo, podemos resaltar la invención de la fotografía, está surgió en el marco de la Segunda Revolución Industrial, época que se destacó por un nuevo ordenamiento social en el cual la burguesía se encontraba en una posición jerárquica privilegiada. En el siglo XIX cuando llegó la fotografía a México esta se fue abriendo paso en el gusto del público, en particular en los retratos de la burguesía y personajes políticos[1].
Dentro del gobierno porfiriano la fotografía cumplía con un rol específico, la prensa porfirista desempeño un papel crucial influenciando fuertemente la construcción de la imagen de nación en México en el siglo XIX. Se empleó la fotografía como herramienta ya que en la época era considerada como prueba irrefutable de la verdad, y era utilizada a favor del discurso dictatorial. La prensa era un arma de combate partidista que se proponía “civilizar” y elevar “el nivel moral de las masas”[2], y es a través de la fotografía que se realizaba esta labor, además también se encargaba de transmitir información a la población mediante las revistas. Sin embargo, debemos tener en cuenta que las revistas producidas tenían un alto costo por lo que eran asequibles a un grupo selecto de individuos.
La élite mexicana era la que principalmente consumía este contenido, controlado por el gobierno porfiriano, que buscaba propiciar una imagen de calma y armonía, útil para reforzar el régimen de Porfirio Díaz y construir una imagen de la nación desde ideales preconcebidos. Por lo tanto, podemos decir que la prensa tuvo un rol esencial dentro de la construcción de la imagen de México, ejerciendo un control sobre la información proporcionaba. En efecto, la cotidianidad mostrada de la sociedad mexicana era falsa, la prensa y el gobierno buscaban establecer similitudes entre la vida en México y aquella en las ciudades europeas haciendo uso de referencias visuales a comunidades francesas, alemanas o españolas. No obstante, estas fotografías eran el reflejo solo de una fracción de la población que se veía beneficiada por el porfiriato. La exclusión del resto de la población servía para negar la realidad social por la cual estaba pasando el país, que se caracterizada por una población con un alto índice de analfabetismo. Podemos entonces decir que la fotografía fue una herramienta eficaz para difundir y justificar el aparente orden y progreso alcanzado por el régimen dictatorial.
El porfiriato tiene una posición ambivalente frente a la población indígena en su intento de construir un Estado Nación. Se realizo una estrategia que consistía en “homogeneizar” al mexicano, creando categorías raciales como lo mestizo para diluir ciertas características de lo indio al mezclarlo con elementos europeos.[3] Debido a los deseos de modernización del país en cuanto a inversión extranjera y explotación minera había una necesidad de integrar a partes de la sociedad mexicana que normalmente eran ignoradas, los indios entonces eran vistos como otra herramienta productiva esencial para poder avanzar los proyectos económicos del Estado.
Sin embargo, hubo quejas constantes por parte de los inversores extranjeros hacia la falta de eficiencia de las actividades laborales de los indígenas, catalogándolos como irresponsables, sin consciencia del mañana y propensos a tomar bebidas alcohólicas. La fotografía en este medio era utilizada para hacer caracterizaciones generales de la población indígena mediante métodos poco científicos, que buscaban mostrar la inferioridad de la población denotando la fisonomía indígena como criminal, contribuyendo al aumento la discriminación racial y la búsqueda de eliminar a esta población del proyecto de construcción nacional.
En la imagen Sirvienta India se observa cómo se usa a la mujer para proyectar la “estabilidad” de la población indígena. Esta fotografía se toma en un entorno ficticio, lo que impide ver la realidad social de esta mujer. Briquet, teniendo en cuenta la posición de los indígenas en la sociedad porfiriana, construye una imagen que se adapta a la construcción armónica que el gobierno quería que se asociará a su mandato. La imagen de la indígena no tenía la intención de reflejar capacidad organizativa o inteligencia, el lenguaje corporal de la figura revela cómo el sujeto debe asumir un rol específico dentro de la configuración de la imagen controlado por un ente externo.
En segundo lugar, se debe también tener en cuenta la presencia de los fotógrafos europeos que llegaban al continente latinoamericano en búsqueda de lo exótico, debido a las imágenes comercializadas sobre los paisajes latinoamericanos y su población. Estos actores llegaban con una imagen construida, y en vez de desmentir ese imaginario, se enfocaban en extender imágenes estereotipadas, debido a la creciente demanda del mercado europeo de los destinos exóticos. Esto nos lleva a analizar la identidad mexicana desde una perspectiva extranjera, construida a través de los “tipos mexicanos” con los cuales se realizaba una identificación y catalogación racial de la población mexicana. Se revela de este modo la herencia colonial y las tensiones raciales del siglo XIX, podemos ver por parte de los fotógrafos europeos un deseo de documentar la diversidad étnica y cultural de la región, no obstante, esto se realizaba desde una perspectiva eurocentrista que reflejaba las jerarquías raciales prevalentes de la época.
En el caso de la fotografía de Sirvienta India de Briquet, desde el título podemos ver una despersonalización del individuo, no se menciona a esta mujer por su nombre sino por su actividad laboral. Este enfoque plantea cuestionamientos acerca de la construcción de la identidad que estaba realizando el fotógrafo. El fotógrafo retratista normalmente es un transmisor del culto a la individualidad, en el cual la fotografía en el espacio del hogar era el reflejo del valor sentimental familiar[4]. El formato fotográfico de carte de visite permitió que diferentes estratos sociales tuvieran acceso a la fotografía, y aunque en general el acceso continuo a la fotografía era limitado a una población privilegiada, que asistía a los estudios fotográficos a manera de ritual para conservar “eternamente” un instante de sus vidas. Este suceso revela tanto la evolución tecnológica de la época, como las dinámicas sociales alrededor de la creación y la preservación de imágenes fotográficas en esa época.
Sirvienta India responde a las dinámicas de identificación de los “tipos mexicanos”[5], estos individuos son sacados del contexto en el que habitan mostrando, una versión curada por los actores externos europeos y no la realidad cultural de la población. De hecho, el nombre de la imagen no corresponde al espacio en el cual está ubicada la mujer, ella se encuentra en un estudio fotográfico con un fondo falso, construido para reflejar la imagen de un paisaje en ruinas, que puede hacer referencia a la elevación de lo indígena, insertando a estas personas no en un contexto social actual, sino en un pasado monumental. Por lo tanto, podemos hablar de un reconocimiento de las poblaciones indígenas que hacen parte de un pasado idealizado, pero que en su realidad histórica se han visto excluidas socialmente.
Esto nos permite hacer una conexión con la posición de las mujeres en la sociedad porfirista, la fotografía es vista como el reflejo de los sueños de los miembros de la clase dominante en la Ciudad de México que estaba llena de contrastes económicos y sociales. Por un lado, las mujeres de élite que debían atenerse a rigurosas normas sociales y de comportamiento que reducían su vida a los límites de su hogar; a ser objetos sociales. Por otro lado, las desigualdades sociales eran evidentes en el comercio ambulante de las calles, que era conformado por población indígena y campesina, entre otros.
Sirvienta India es una fotografía que permite contrastar el entorno histórico fotográfico con el marco social de fin del siglo XIX en México. Teniendo en cuenta que es una imagen inusual para la época del Porfiriato en donde normalmente se retrataba a la élite. De igual manera, se destaca por ser una fotografía de Tipos Mexicanos que se aparta del estilo característico bajo el cual el fotógrafo normalmente realizaba estas imágenes, en efecto, normalmente el artista no realiza las composiciones en un estudio sino al aire libre, y muestra a los individuos con objetos que nos ayudan a identificar sus ocupaciones. No obstante, en Sirvienta India hay un deseo por parte de Briquet de controlar la narrativa que viene desde la construcción de la imagen, podemos ver este control en el uso de un estudio decorado con una temática específica, así como en el atuendo utilizado por la mujer que está vestida “tradicionalmente” en un vestido estampado con diversas líneas y formas geométricas. También podemos percibirlo en el modo en el que su pelo está estilizado, la mitad trenzado y la otra mitad suelto. En consecuencia, podemos afirmar que Briquet es uno de los artistas que contribuye a la construcción de la identidad de la mujer indígena mexicana desde la exotización.
Alfred Saint Ange Briquet (1833-1926) Tipos Mexicanos [impresión de albúmina]. ca.1880
Así mismo, como mencionamos anteriormente durante el Porfiriato hubo un enfoque que privilegió al sector urbano y a la exportación de productos agrícolas, esto resultó en el detrimento de las zonas rurales. Esto provocó un éxodo rural, donde la población se vio obligada a desplazarse hacia las principales ciudades mexicanas por necesidades económicas, así vemos la aparición de una presencia femenina más significativa en oficios asalariados[6]. Pese a ello, debemos tomar en consideración las diferentes facetas de las mujeres que estaban insertadas en esta sociedad mexicana, en la cual varios de los códigos sociales adquirían tonos e intensidades diversas en cada capa social, los estereotipos de los elementos asociados a lo femenino se originan dentro de las clases altas y se imponían a otros tipos de mujeres[7]. De hecho, es desde las revistas y publicaciones del siglo XIX que se establecen códigos de comportamiento, que para la mujer trabajadora se ilustran en seguir el mismo código de conducta de fidelidad, abnegación y obediencia a sus maridos, que las mujeres de la burguesía. Aun así, había notables diferencias por que el trabajo era percibido como un castigo, y se utilizaba como un escudo para preservar su “virtud”, siendo “pobres pero honradas”.
En esta fotografía podemos ver que la mujer retratada hace parte de la fuerza de trabajo femenina de la época, como lo indica la cartela que la vincula al servicio doméstico, no es una mujer que se encuentre en el estudio del artista por elección propia, sino que fue coaccionada. Esto es evidente dentro de la construcción de la imagen: la mujer no está en una posición cómoda, le han indicado que debe ubicarse de manera frontal en el espacio, poniendo sus brazos en los dos lados opuestos del marco, su expresión muestra indiferencia, lo que crea un contraste con la pretendida calma que se quiere proponer en la fotografía.
En última instancia, la fotografía durante el Porfiriato en México emerge como un instrumento intrínseco en la construcción y manipulación de la identidad nacional. La imagen de «Sirvienta India» de Alfred Saint Ange Briquet encapsula la complejidad de esta relación, al revelar cómo la representación visual no solo era un reflejo de la realidad, sino que también servía como un medio para respaldar la visión política del gobierno de Porfirio Díaz. Este estudio aporta una comprensión más profunda de cómo la imagen de la mujer indígena se utilizaba estratégicamente para cumplir con los objetivos políticos del régimen porfiriano, consolidando estereotipos arraigados desde la época colonial y perpetuando la exclusión social de estas poblaciones. La fotografía, en manos de la prensa porfirista, se convierte en una herramienta de consolidación de la identidad, dirigida principalmente a la élite, mientras omite las realidades de otras comunidades.
En conclusión, el tipo de fotografías mencionadas, a pesar de la variación en contenido y calidad, comparten cualidades significativas en la forma en que la descripción escrita en la parte inferior de la imagen juega un papel crucial en la valoración de esta. Más allá de simplemente documentar momentos históricos, estas imágenes se convierten en instrumentos eficaces para la construcción y perpetuación de narrativas políticas y sociales. La fotografía, en su capacidad para influir en la percepción y memoria colectiva, se erige como un testamento visual de la compleja intersección entre la historia, la política y la identidad nacional durante el Porfiriato en México.
Bibliografía
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[1] Salvador Salas Zamudio y Ruth Yolanda Atilano-Villegas,. “Fotografía Porfiriana: La Intencionalidad Y La Mirada En La Revista El Mundo Ilustrado”. MAGOTZI Boletín Científico De Artes Del IA 8, no. 15 (2020): 63-70, https://doi.org/10.29057/ia.v8i15.5084.
[2]Judith de la Torre Rendón, “Las Imágenes Fotográficas de La Sociedad Mexicana En La Prensa Gráfica Del Porfiriato,” Historia Mexicana 48, no. 2 (1998): 343–73, http://www.jstor.org/stable/25139226.
[3] Oriel Gómez Mendoza, «Indio, nación y cuerpo en el porfiriato: la representación fotográfica de la exclusión,» Historia 396, no. 2 (2013): 249-268.
[4]Aurelio De los Reyes, “El retrato fotográfico y una familia mexicana del siglo XIX,” en Historia y Nación (Actas Del Congreso En Homenaje a Josefina Zoraida Vázquez): II. Política y Diplomacia En El Siglo XX Mexicano, ed. Luis Jáuregui y José Antonio Serrano Ortega, 1st ed. (1998): 281–92, (El Colegio de México, https://doi.org/10.2307/j.ctv47w8dd.17).
[5] Roxana Rodríguez Bravo y Juan Salvador Rivera Sánchez, «Los tipos mexicanos de aguadores y aguadoras en la fotografía del siglo XIX: representaciones y estereotipos de género,» Agua y territorio= Water and Landscape 9 (2017): 74-82.
[6] Carmen Ramos-Escandón, “Mujeres Trabajadoras En El México Porfiriano: Género e Ideología Del Trabajo Femenino 1876 – 1911,” Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y Del Caribe / European Review of Latin American and Caribbean Studies, no. 48 (1990): 27–44, http://www.jstor.org/stable/25675447.
[7] Carmen Ramos Escandón, et al., “Señoritas Porfirianas: Mujer e Ideología en el México Progresista, 1880-1910,” en Presencia y Transparencia: La Mujer En La Historia de México, ed. Carmen Ramos Escandón, 2nd ed. (1987): 145–62, (El Colegio de México, https://doi.org/10.2307/j.ctvhn0cdb.11).