Editorial – Decimotercera edición
Por: Mariana Castañeda Mosquera
Como equipo siempre nos emociona cuando llega el momento de un nuevo número abierto. Es el número más solicitado por las personas del departamento, al ser la oportunidad de presentar un texto sin un tema detallado, sin que tenga que pertenecer a una clase, a una región o temporalidad específica. Es el momento perfecto para tomar ese texto que se escribió en algún momento y que se sintió como una pequeña victoria. Como una cumbre que se alcanzó, solo con el impulso del interés puro y genuino por un tema. Es por esto por lo que nos gusta tanto hacer los números abiertos. Es el momento para que todxs nosotrxs, como escritorxs y lectorxs académicxs de la historia del arte, podamos ver el repertorio de escritos que hemos producido –y que termina siendo bastante amplio al final de la carrera– y darle atención especial a ese que le hemos puesto una estrellita al lado del nombre. Querer darle un sitio más allá de la entrega en la que, de pronto, más personas lo puedan también leer y ojalá disfrutar.
Es una labor difícil. En una disciplina tan académica como lo es historia del arte, donde la producción escrita es absolutamente fundamental para la difusión del conocimiento, el ser jurado del trabajo propio resulta ser una de las tareas más complicadas. ¿Cómo decido si este texto que amé tanto escribir es suficientemente bueno para que más personas lo amen también? ¿Cómo sé que este inmenso grupo de palabras acopladas de la manera que a mí me pareció apropiada puede ser algo de interés para alguna persona curiosa que se lo encuentre? La verdad es que, más allá de los parámetros generales con los que hacemos un texto, no sabemos. Incluso, lo más probable es que no lo sepamos hasta que alguien más lo lea. Pero ahí mismo está la belleza del proceso de escribir. El mejor criterio que se tendrá siempre para medir un texto es esa misa estima que le tuve al momento de escribirlo, que logró que mi interés y mi curiosidad se agitara y entusiasmara cada vez que pensaba y redactaba una línea nueva. Al fin y al cabo, en las disciplinas creativas, de las humanidades, del arte, es la pasión por ellas las que mantienen la llama viva. Si no ha de ser por el interés de los escritorxs en ese tema o ese detalle por el que nadie más se interesó antes, no existiría una apreciación sobre este.
Esto es lo que siempre ha sido nuestro objetivo con Clío. Abrir un espacio donde esa pasión y amor por las artes puedan ser desatados y expresados en su máximo esplendor. Un espacio de intereses específicos, de conversaciones de nicho, de particularidades con las que nos cruzamos en la vida, pero que terminamos compartiendo a través del retador ejercicio de la escritura. En ocasiones este es un proceso de autorreflexión que nunca alcanza otras miradas, pero en otras cobra sentido solo cuando ha sido visto y pensado desde varias mentes. Es en ese punto de convergencia donde nace esa inclinación a querer conocer más y más y más. A veces lleva a escribir un ensayo de clase maravilloso o incluso a motivar ideas para un libro entero, pero siempre culmina en el entrelazamiento de palabras para que para otrxs también, aunque sea en lo más mínimo, cobre sentido.
Este número no fue un caso ajeno. Contamos con los textos de ochos autorxs inquietxs que fueron más allá del trabajo de clase y crearon escritos ambiciosos, rigurosos y esmerados. El texto de Samuel Muñoz, “La obra de Alma-Tadema y la poesía de Catulo” explora la inspiración en la poesía de Catulo en la pintura victoriana de Sir Lawrence Alma-Tadema, donde toma el mundo clásico para la representación de escenas de la Roma antigua. En el texto “Subconsciente y espiritualidad: una mirada Junguiana a Mujer Saliendo del Psicoanalista de Remedios Varo”, Ana Sophia Moncayo analiza la obra de Varo a través del uso del psicoanálisis junguiano para entender la liberación femenina. De la misma manera, Laura Lima, en “Wangechi Mutu: un análisis de caso iconológico de la obra Riding Death in my Sleep (2002) desde una perspectiva feminista y decolonial”, analiza la obra mencionada para destacar cómo se desafía la narrativa colonialista y patriarcal a través de la resignificación de símbolos, luchando con la opresión de género, raza y poder.
Por otro lado, Ana Gabriela Riaga presenta el texto “Al otro lado del río” en el que introduce la idea del río como una frontera que divide físicamente, pero que conecta identidades y experiencias de migrantes en América. También, abordando el tema del agua, Camilo Andrés Méndez examina la obra Geografía del detrimento de Bárbara Santos en “Nuevos paisajes, nuevas reflexiones”, donde se explica cómo el videoarte está haciéndole una crítica contemporánea al paisaje. Por otro lado, Francisno Nova trae el texto “El jardín de la muerte: la acuarela como medio de búsqueda metafísica en una obra de Hugo Simberg (1873-1917)”, en el que explica cómo la acuarela y el gouache se usan como medios para explorar la interacción entre la vida y la muerte a través de una representación simbólica. De la misma manera, Catalina Silva presenta el texto “Electric Dress: un estudio del desarrollo y del ser consumido”, donde habla de la instalación y performance de Tanaka Atsuko, en el que se discute la pérdida de identidad individual en la industrialización y la influencia del occidente en la cultura japonesa.
Por último, contamos también con dos textos enfocados en América Latina en el siglo XIX. El primero escrito por Laura Zamudio, “Escudo de la Regeneración: La crítica política en la caricatura de Alfredo Greñas”, aborda la situación política en Colombia durante la hegemonía conservadora, entendida a través de los elementos del escudo. En el segundo, “Representación fotográfica en el Porfiriato: Identidad y narrativas políticas en México”, Sara Sarria explica el uso de la fotografía para la construcción y manipulación de la identidad de la mujer indígena, para respaldar la narrativa del régimen de Porfirio Díaz.
Como siempre, les agradecemos de todo corazón que se hayan animado a participar en este número de Clío. Es un proceso que comienza con un salto de fe, pero que culmina en un número cautivador que ahora puede ser disfrutado por muchas personas más. Clío puede seguir existiendo gracias a su entusiasmo.
Nos vemos en el próximo número,
Equipo Clío