
El pensador bisagra: la narración humboldtiana como puente entre la ilustración y el romanticismo a partir de su aproximación a los volcanes
El pensador bisagra: la narración humboldtiana como puente entre la ilustración y el romanticismo a partir de su aproximación a los volcanes
Por: Mariana Castañeda Mosquera
El Cavaliere se consideraba a sí mismo – no, lo era – un representante del decoro y la razón. (…) Lo que para él pasaba por alto de la antigüedad, lo que no estaba preparado para ver, le encantaba en el volcán: los burdos agujeros y huevos, las hendiduras y precipicios y cataratas, los fosos dentro de fosos, las rocas encima de rocas: los desechos y la violencia, el peligro, la imperfección.
Susan Sontag, El amante del volcán
Humboldt se destacó por su uso del lenguaje y capacidad de hacer descripciones científicas y detalladas, pero también corpóreas y sensoriales. La habilidad para encontrar el punto de convergencia entre las tendencias científicas de la Ilustración y el pensamiento romántico es una de las características que más se destaca de toda su obra. En la presente investigación se pretende encontrar aquellos elementos del lenguaje humboldtiano que empezaron a ser influencia para las narraciones y apreciaciones románticas de la naturaleza, pero que estaban aún marcadas por una observación minuciosa, científica y profunda. Se quiere comprender el estilo narrativo que llevó a la producción de las láminas Volcán Jorullo [Fig. 1] y Vista del interior del cráter del pico de Tenerife [Fig. 2], las cuales permitían apreciar su grandeza, pero también entenderlos científica y geográficamente como accidentes naturales. Para dar luz sobre el tema, se quiere también abordar como caso de estudio el libro El amante del volcán de Susan Sontag, en el que el personaje principal, Sir William Hamilton, aunque de naturaleza completamente romántica, tiene observaciones del Vesubio que se podrían poner en paralelo con las descripciones de volcanes de Humboldt. De esta manera, se crea un puente entre dos figuras no contemporáneas, donde Hamilton tiene una mirada formada a partir de influencias de la obra de Humboldt.
Teniendo en cuenta lo anterior, la hipótesis con la que se emprenderá el curso de la investigación es que la narración humboldtiana fue un puente entre la aproximación a la naturaleza de la ilustración y del romanticismo, lo cual se ve reflejado en la corriente romántica con la que el ser humano se enfrenta al mundo natural. Aunque estos se piensan en términos dicotómicos de “corriente y su respuesta”, en esta investigación se propone una lectura menos lineal de la historia en la que se comprenden las narraciones de Humboldt como el punto de unión entre la ciencia y la razón ilustrada con la sensorialidad y el conocimiento empírico del mundo. Vale la pena aclarar que con esta investigación no se puede establecer una conexión directa y comprobable entre Humboldt y las figuras del romanticismo como son representadas por Sontag, pues son personajes cuyos testimonios y diálogos, aunque basados en la realidad, son ficticios. En cambio, se está proponiendo una lectura especulativa para este caso de estudio, el cual se tratará de mostrar como altamente plausible según la bibliografía consultada.
En primer lugar, para comprender cómo la influencia humboldtiana llegó hasta la visión romántica sobre la naturaleza, es importante tener una perspectiva sobre la obra de Humboldt como una muestra de Romanticismo Ilustrado, como lo llama Alejandro Guarín en su texto[1]. En otras palabras, Guarín explica que Humboldt, en su búsqueda por un entendimiento integral del mundo, tenía una aproximación menos mecanicista a la naturaleza y logró unir el Romanticismo alemán con la Ilustración del siglo XVIII [2]. una ciencia que incluía elementos de ambas corrientes y que permitió una aproximación innovadora a la geografía, donde no solo se hacían descripciones, [3]. Uno de los aspectos que más se debe destacar de la aproximación de Humboldt a la naturaleza es que, al querer entenderla desde una visión integral se interesó por todo tipo de relación que mantenía la estructura física de la Tierra. Esto incluye a los seres humanos con sus percepciones y respuestas a estímulos sensoriales como parte de este entramado relacional,. Como lo explica también Valiunas: “En su época, Humboldt no sólo era el científico más famoso del mundo, sino también uno de los hombres más famosos de la corte, sólo superado por Napoleón, y entre los intelectuales sólo rivalizado por Goethe[4]. Humboldt era un gran diplomático y orador, que fue influyente en muchos países por sus detallados estudios de los fenómenos naturales y grupos poblacionales, lo cual le permitió que su obra se convirtiera también en un vehículo social, con el que lograba conectar con muchas más personas. Esto es relevante porque parte del efecto y éxito de los textos de Humboldt, como los que se verán más adelante, está en presentar descripciones detalladas, vívidas, sensoriales y profundamente científicas de fenómenos que eran fascinantes para las élites de Estados Unidos y Europa. De no lograr esta conexión con el público aristócrata, es posible que no se hubiera reconocido un valor tan grande en lo narrativo y lo sensorial, que, a la larga, fue una de las herencias más grandes del romanticismo de esta visión de la naturaleza.
En suma, este contexto y aproximación a la naturaleza es lo que se ve reflejado en sus descripciones cuando habla de los volcanes. La descripción de estos accidentes geográficos como grandes escenarios de la naturaleza es sumamente minuciosa frente a las mediciones y explicaciones, pero haciendo un gran énfasis en aquello que Humboldt experimentó, aquello que vivió que le hizo sentir que el volcán observado era un marco fascinante de un fenómeno de la Tierra. Por ejemplo, al hablar del Volcán de Jorullo [Fig. 1] hace la siguiente observación:
Se halla situado el volcán de Jorullo (Xorullo, Juruyo), según mis propias observaciones, a 19º, 9’ de latitud y 103º 51’ 48’’ de longitud, al oeste de la ciudad de México, a 36 leguas de distancia del océano; midiendo 513 metros de altura sobre las llanuras cercanas, que es triple de la del Monte Nuevo de Pozulo, que surgió en 1528. (…) Llegamos al cráter ganando una colina de lavas escorificadas y ramosas que se levanta a considerable elevación. Debemos recordar aquí el hecho notable de encontrarse todos los volcanes de México colocados en la misma línea, que se dirige de este a oeste y forma una paralela de las grandes alturas; cuyo fenómeno, estudiado y comparado con el que se observa en la “boche nuove” del Vesubio, hacen pensar que el fuego subterráneo se ha abierto paso a través de una enorme gruta que existe en el interior de la tierra (…).[5]
Con esta descripción, es evidente que para Humboldt es crucial ubicar al lector geográficamente, siempre proporcionando ese panorama más general y global, esa estructura que hace que los fenómenos naturales y los accidentes geográficos se encuentren conectados. Además, en este texto la rigurosidad minuciosa se ve en las mediciones y coordenadas establecidas y verificadas por Humboldt, junto con una comparación con otros volcanes, incluyendo el Vesubio, para darle al lector europeo una medida para apreciar la magnitud de aquello que describe. En el estilo narrativo, es claro que para Humboldt hay un interés particular en mostrar la grandeza de este volcán, lo cual logra con la última frase incluida en la cita. El hablar de un “fuego subterráneo” que atraviesa internamente a la tierra le atribuye ese carácter casi fantástico a la naturaleza, esa grandeza que indica que se le debe tener admiración y temor en simultáneo, pues es la manifestación de un fenómeno – entre muchos – que claramente superan al ser humano.
Teniendo esto en cuenta, al ver la lámina elaborada a partir de esta descripción, se pueden encontrar los mismos intereses de Humboldt reflejados en la imagen. Es importante destacar esto, pues Humboldt no era un gran dibujante, por tanto, tenía que confiar en sus descripciones y bocetos para brindar la información necesaria para la producción de la imagen por parte de un artista. En la lámina, se ve el interés de mostrar el volcán como la figura destacable al estar ubicada en el centro y elevada sobre el resto del relieve del área circundante. El vapor en la parte superior del volcán es el primer indicio de esa inminente amenaza frente al ser humano, que sería fácilmente superado en el caso que el volcán hiciera erupción. Ahora, el elemento que verdaderamente da cuenta de este interés de mostrar la grandeza del volcán que Humboldt describe que observa en la mitad inferior de la lámina y en un detalle hacia la derecha de la imagen: las capas del suelo y las personas retratadas en la imagen. Estas capas rocosas que se observan dan cuenta de una historia de la naturaleza que precede al ser humano y que muestra el desafío que implicaba recorrer estos terrenos difíciles. Por otro lado, las personas allí retratadas, que podría tratarse del mismo Humboldt y sus acompañantes, están cumpliendo la labor de servir como medida de comparación con el volcán y el entorno en general. En otras palabras, el mostrar un ser humano allí indica la magnitud del área explorada, mientras muestra también la dificultad de la labor de hacer el recorrido hasta el volcán para poder observar el cráter, como se menciona en la descripción de la lámina.
Este tipo de descripción narrativa entorno a los fenómenos naturales se observa también en el grabado de “Vista del interior del cráter del pico de Tenerife” [Fig. 2], donde hace uso de la figura del ser humano presente en la imagen como medida de comparación de forma aún más evidente. En este caso se tiene una vista superior que permite observar “hacia abajo” y ver el interior del cráter, al tiempo que le permite retratarse dentro de la imagen. Como sucedía comúnmente en los viajes, era fundamental no solo realizar el viaje, sino conservar alguna forma de constancia material que demostrara que se estuvo en ese lugar. El mostrarse en esta imagen, como se hacía en las postales del Grand Tour europeo, permitía tener una especie de retrato en el que el viajero se insertaba en la imagen. Otro de los aspectos que cabe mencionar de esta imagen es la idea de estar en el borde del cráter, sumergirse en esa experiencia estética y sublime de estar expuestos al peligro, lo más insertados posible en la naturaleza y todos los riesgos que esta representa.
Aquí, también es importante hacer esta lectura desde lo que podría representar esta experiencia estética en términos filosóficos. En Pequeña apología de la experiencia estética, Hans Robert Jauss explica que la experiencia estética va mucho más allá de la mera percepción sensorial y de la contemplación pasiva, sino que es un acto que se conecta con la sensibilidad, la razón y la imaginación, y en el que se encuentra el conocimiento. Jauss dice: “En el comportamiento estético, el sujeto experimenta la adquisición del sentido del mundo”[6], y esto es algo que se ve reflejado en el ejercicio de Humboldt, pues enfrentarse e insertarse en la naturaleza no solo le brinda conocimiento, sino que le da un sentido a esa experiencia donde se une lo analítico con lo sublime. Jauss hace especial énfasis en el hecho que el goce (Genuss en alemán) tampoco debe ser un placer sensorial superficial, sino que este debe ser activo y transformador, ya que en la percepción de lo externo el sujeto se ve altamente afectado y atraviesa una resonancia con lo que observa que puede cambiar su percepción sobre el mundo y sobre sí mismo[7]. El goce estético de Jauss permite que en la experiencia de maravillarse por la naturaleza se pueda también obtener conocimiento y encontrar ese espacio entre la razón y la emoción para tener experiencias significativas en un aspecto cognitivo-emocional[8]. Este tipo de pensamiento bisagra entre lo emocional y lo racional es un aspecto presente en el pensamiento romántico de Sir William Hamilton en la novela de Sontag, pues su interés por el volcán se basa en la fascinación que siente por sus particularidades científicas, pero también por aquello que le evoca ver la grandeza amenazante de la naturaleza.
Respecto a la descripción de esta lámina, Humboldt le da gran importancia a la grandeza y longevidad de este volcán, pues no solo resalta su interés por los indicios de siglos de actividad, sino también la pequeñez del ser humano frente a este[9]. Se interesa en las marcas en el volcán que indican los vertidos previos de la lava, los cuales compara con aquellos presentes en el Vesubio. Esta descripción se centra más en lo científico, pero Humboldt no falla en demostrar su asombro por los detalles del volcán: “Al ver la enorme masa de deyecciones del Pico en la llanura de Spartium nubigenum, uno se asombra de la pequeñez del cráter del que se supone que salieron tantas cenizas, piedra pómez y bloques de vidrio volcánico”[10]. Este tipo de interés no es exclusivo de Humboldt en América, pues incluye esta plancha, aunque no sea del “nuevo continente”, como lo menciona en su texto. Más aún, es un interés que estará presente en su visita al Vesubio, la cual se describe en el libro Lives of the Brothers Humboldt en la parte de Alexander von Humboldt. Humboldt estaba realizando sus estudios en Albano en el verano de 1805, cuando se pronosticaba una gran actividad del Vesubio y había una gran posibilidad de erupción, la cual Humboldt presenció el 12 de agosto del mismo año: “Con la experiencia y la visión de los fenómenos volcánicos de la Tierra que Humboldt había adquirido en su viaje, esta ascensión al Vesubio en compañía de eminentes filósofos naturales se convirtió en una instructiva fuente de conocimientos científicos”[11]. Desde este primer ascenso se presentan las anotaciones minuciosas en el diario de Humboldt [Fig. 3 y Fig. 4][12]:
En el siguiente capítulo de dicho libro se explica que Humboldt volvió a Italia y subió el Vesubio tres veces entre el 22 de noviembre y el 1 de diciembre de 1822 para corregir las mediciones que había realizado en su primer ascenso[13]. Esta fascinación por el volcán es algo que también se verá posteriormente documentado en Cosmos cuando dice: “Así se descubre, siguiendo el examen de los fenómenos en su mutua dependencia, que las fuerzas poderosas cuya acción se ejerce en las entrañas del globo, son también las que quebrantan la corteza terrestre, y abren salida a la lava arrojada por la enorme presión de los vapores elásticos”[14]. Humboldt piensa desde muy temprano en esa unidad subyacente en la naturaleza que le permite encontrar la inmensa magnitud de los volcanes a través de los territorios de América y de Europa.
Ahora, ¿cómo se puede ver este espíritu científico y romántico en Sir William Hamilton? En la novela, Sontag le da una voz a Hamilton en la que comparte ese interés científico con Humboldt sin perder la capacidad de asombro ante la grandeza de la naturaleza:
Los vapores subían de la cima, a la deriva, se hacían más espesos y crecían. Seguidamente el humo negro se mezclaba con las nubes de vapor, y por la noche el halo del cono se teñía de rojo. Todavía absorto en la búsqueda de jarrones y en los hallazgos menores de las excavaciones a los que ilícitamente podía tener acceso, comenzó a escalar la montaña y a tomar notas. (…) Se acercó más, se puso de puntillas, y entonces una especie de fuego de artillería, por encima de él – ¿detrás? –, le atenazó el corazón y le hizo retroceder de un salto. (…) Estaba viendo algo que siempre había imaginado, que siempre había deseado conocer.[15]
Esta descripción corresponde a una de las primeras experiencias de Hamilton, donde se empieza a interesar por el volcán. En un espíritu muy humboldtiano, en su aproximación toma nota, da cuenta de sus sensaciones y emociones, y, sobre todo, describe en detalle el fenómeno que está observando. Cuando este interés del Cavaliere se vuelve más elaborado, Sontag presenta la siguiente escena:
A partir de entonces la montaña no se vio libre de su corona de humo, de la ocasional expulsión de escoria ardiendo, del repentino chorro de fuego, de la emisión de la lava. Y ahora él sabía qué hacer siempre que escalara la montaña. Con el Cavaliere cualquier pasión adoptaba la forma de una colección y ello lo justificaba (…). Del volcán solo podía obtener regalos, para gloria suya y del volcán.[16]
Así como la experticia de Humboldt se desarrolló con el tiempo, su colección de datos, de bocetos, de anotaciones creció también. El Cavaliere se encuentra en una situación similar en la que su interés por el volcán lo convierte en una especie de experto, que ahora aprecia el volcán y quiere explorarlo más para disfrutar lo que de él puede aprender. Aquí, es importante tener en cuenta la persona en la que está basada Sir William Hamilton, pues el verdadero Sir William Hamilton o Cavaliere Hamilton comisiona al artista Pietro Fabris diversos grabados para su libro Campi Phlegraei: observations on the volcanoes of the two Sicilies[17]. En estas obras, la similitud entre la experiencia que Humboldt quería condensar en el libro de Vistas de las Cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América y aquella que se presenta en el libro de Hamilton (el de verdad) es evidente. No solo está insertándose en el entorno del volcán, expuesto al peligro, sino que está también en el proceso de la experiencia estética donde lo que observa le permite unir su razón y sentimientos para producir los conocimientos que luego plasmará en el libro [Fig. 5].
Es evidente que el análisis del presente texto se pudo haber realizado con las observaciones y anotaciones del verdadero Sir William Hamilton, pero lo que hace interesante la voz de Sontag es, así como logra Humboldt, el ejercicio de síntesis entre lo sensorial, lo narrativo y lo científico. No solo manifiesta el interés analítico de su personaje, sino que a lo largo del libro hace evidente la influencia que este tiene en su vida, en su comprensión del mundo y en su mirada sobre el Vesubio. La novela es la sustentación perfecta para el espíritu romántico que se insertará en las narrativas europeas para la apreciación de la naturaleza. No hace falta que se mencione a Humboldt para entender que ese pensamiento bisagra entre la razón y la emoción, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo sensorial y lo científico, se debe al viajero intelectual prusiano, cuyos textos sobreviven para dar testimonio de ese sentir. Las narrativas artísticas traídas por Humboldt al panorama científico permitieron una apertura a una admiración por la naturaleza sin precedentes, en las que no era necesario trazar una línea para distinguirlas, sino que podían funcionar en armonía, para brindar la experiencia estética que tomará el protagonismo en el romanticismo.
Bibliografía
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Humboldt, Alexander von. “La Tierra: cuadro de los fenómenos terrestres”. En Cosmos: Ensayo de una descripción física del mundo, Tomo II. Eduardo Perié Editor, 1875. https://dn790009.ca.archive.org/0/items/cosmosensayodeun01humbuoft/cosmosensayodeun01humbuoft.pdf
________. Voyage de Paris en Italie avec Gay Lussac 1805 [=Tagebuch der Italien-Reise], editado por Cettina Rapisarda y Christian Thomas. Berlín: Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften, última versión de 2024. https://edition-humboldt.de/reisetagebuecher/detail.xql?id=H0019155&l=en
________. Vues des Cordillères, et monuments des peuples indigènes de l’Amerique. Chez F. Schoell, 1810. Internet Archive. https://archive.org/details/gri_33125012643553/page/n411/mode/2up
Jauss, Hans Robert. Pequeña apologia de la experiencia estética. Ediciones Paidós, 2002.
Klencke, Hermann y Gustav Schlesier. The lives of the brothers Humboldt: Alexander and William. Traducido por Juliette Bauer. Ingram, Cooke & Co., 1852.
Sontag, Susan. El amante del volcán. Debolsillo, 2008.
Valiunas, Algis. “A Scientist’s Mind, a Poet’s Soul”. The New Atlantis, no. 63 (2021): 94–125. https://www.jstor.org/stable/26966379
[1] Alejandro Guarín, “Alexander von Humboldt and the Origins of our Modern Geographical View of Earth”, en WorldMinds: Geographical Perspectives on 100 Problems (Netherlands: Kluwer Academic Publishers, 2004), p. 607.
[2] Guarín, “Alexander von Humboldt and the Origins of our Modern Geographical View of Earth”, p. 608.
[3] Guarín, “Alexander von Humboldt and the Origins of our Modern Geographical View of Earth”, p. 610.
[4] Algis Valiunas, “A Scientist’s Mind, a Poet’s Soul,” The New Atlantis, no. 63 (2021, 97).
[5] Humboldt, Vues des Cordillères, et monuments des peuples indigènes de l’Amerique, p. 356.
[6] Hans Robert Jauss, Pequeña apología de la experiencia estética (Ediciones Paidós, 2002), p. 15.
[7] Jauss, Pequeña apología de la experiencia estética, p. 40.
[8] Jauss, Pequeña apología de la experiencia estética, p. 41-42.
[9] Descripción original de la Plancha LIV: “Como las Vistas de las Cordilleras forman al mismo tiempo el Atlas Pintoresco de la Relation du voyage aux Tropiques, hemos pensado añadir esta lámina, aunque no tenga nada que ver con el nuevo continente. Muestra la cumbre del Pitón o Pan de Azúcar, que contiene la Caldera del Pico de Tenerife. Muestra la ladera rápida del cono cubierta de ceniza volcánica, una pared circulatoria de lava que rodea el cráter, que ahora no es más que un sulfatar, y una gran brecha en esta pared hacia el oeste. Yo había esbozado este dibujo desde un punto de vista puramente geológico; las lavas litoidales, carcomidas por la acción constante de los vapores de ácido sulfuroso, se superponen en capas, como los bancos que se encuentran en las montañas de formación secundaria. Estas capas, similares a las que se observan en el borde del antiguo cráter del Vesubio en La Somma, parecen ser el resultado de vertidos sucesivos. Están formadas por lava vitrificada, pórfido con base de obsidiana y pechstein. Durante siglos, el Pic de Ténériffe, cuya altura perpendicular es de más de mil novecientos toesas, sólo ha entrado en erupción lateralmente. La última de estas erupciones fue la de Chahorra en 1798. Al ver la enorme masa de deyecciones del Pico en la llanura de Spartium nubigenum, uno se asombra de la pequeñez del cráter del que se supone que salieron tantas cenizas, piedra pómez y bloques de vidrio volcánico; pero el señor Cordier, que de todos los mineralogistas es el que más tiempo ha pasado en la isla de Tenerife, ha hecho la importante observación de que el cráter actual, la Caldera du Piton, no es la abertura principal del volcán. Este erudito viajero encontró un embudo de enormes dimensiones en la ladera norte del Pico, que parece haber desempeñado el papel principal en las antiguas erupciones del volcán de Tenerife”, p. 293.
[10] Alexander von Humboldt, Vues des Cordillères, et monuments des peuples indigènes de l’Amerique (Chez F. Schoell, 1810), p. 293, Internet Archive.
[11] Hermann Klencke y Gustav Schlesier, The lives of the brothers Humboldt: Alexander and William, trans. Juliette Bauer (Ingram, Cooke & Co., 1852), p. 91.
[12] Alexander von Humboldt, Voyage de Paris en Italie avec Gay Lussac 1805 [=Tagebuch der Italien-Reise], ed. Cettina Rapisarda y Christian Thomas (Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften). +info
[13] Klencke y Schlesier, The lives of the brothers Humboldt: Alexander and William, p.107.
[14] Alexander von Humboldt, “La Tierra: cuadro de los fenómenos terrestres”, en Cosmos: Ensayo de una descripción física del mundo, Tomo II (Eduardo Perié Editor, 1875), p. 10.
[15] Susan Sontag, El amante del volcán (Debolsillo, 2008), p. 37.
[16] Sontag, El amante del volcán, p. 38.
[17] Sir William Hamilton, Campi Phlegraei: observations on the volcanos of the two Sicilies, as they have been communicated to the Royal Society of London, ilustrado y editado por Pietro Fabris (Editorial no especificada, 1776).
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