Caballero y Haring: un encuentro corporal

Caballero y Haring: un encuentro corporal

Caballero y Haring: un encuentro corporal(1930)

Por Lina Ramírez y Juliana Botero

Caballero y Haring

Corría el otoño de 1982, las hojas se desprendían ya de lo más alto de los árboles, la temperatura empezaba a descender rápidamente y el mes de noviembre transcurría sin novedades en la siempre ocupada ciudad de Nueva York. Las élites artísticas, tanto locales como globales, se reunieron para la apertura de varias exhibiciones en grandes e importantes museos y galerías de la ciudad. Fue en ese contexto, lleno de arte, personas, emociones y movimiento, que se encontrarían los artistas Luis Caballero y Keith Haring.

Luis Caballero Holguín, nacido el 27 de agosto de 1943 bajo el signo de Virgo, fue un artista y dibujante dotado con talento y espíritu incansables. Caballero hace parte del salón de la fama del arte colombiano, ya que en pocos artistas como en él confluyen el talento, la intuición, el trabajo y el conocimiento del quehacer artístico de manera tan armónica.

Keith Haring, nacido el 4 de mayo de 1958 bajo el signo de Tauro, fue un artista gráfico adherido al movimiento pop de Estados Unidos y caracterizado por los grafitis con temática del SIDA y drogas como el crack. Haring tenía un objetivo con su arte callejero, y era hacer a las personas conscientes del peligro que traía consumir estas drogas y la cantidad de personas que estaban muriendo a causa de eso y el SIDA.

La pálida Luna comenzaba a adornar la noche del 15 de noviembre de 1982 y, para acompañarla, la constelación de Escorpio decidió mostrarse y alinearse para que los caminos de estos dos hombres se cruzaran. Sin embargo, donde tienen poder los aros lo tiene también el hombre, incluso sin saberlo. Así, a los 70 años, la artista franco-americana Louise Bourgeois festejaba de la mano del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) su primera exposición retrospectiva y fue allí, en frente de una exhibición[1] que consideraba la gama completa del trabajo de tan poderosa, misteriosa artista, que Caballero y Haring se encontrarían.

– Hola, Luis. Yo soy Keith Haring, gusto en conocerte.

– El gusto es mío. Mi nombre es Luis Caballero, cuéntame un poco sobre ti.

– Comencé en el metro de Nueva York, me inspiro en los lugares donde suelen poner anuncios en el andén y cuando no tienen suficientes anuncios ponen papel negro vacío, así que me di cuenta de esto hace unos dos años y medio mientras viajaba en el metro e inmediatamente salí a la superficie, compré algo de tiza y volví a bajar[2]. Responde Hearing, ¿y tú?

– A la pintura llegué pintando. Desde muy joven, pintaba y mi familia cultivó esa afición. Al terminar mis estudios, entré a estudiar pintura en la Universidad de los Andes en Bogotá y, más tarde, en París, en la academia de La Grande Chaumière. Esa es la respuesta banal… Más difícil me parece saber en qué momento la pintura dejó de ser un simple placer para volverse una necesidad; pero me imagino que sucedió poco a poco. Yo creo que hay pintores que llegan a la pintura buscando una manera de expresarse. Para ellos, la pintura es el medio para llegar a un fin. Y hay otros cuyo fin es la pintura, que pintan por placer y que poco a poco van descubriendo lo que pretenden hacer o decir con ese lenguaje que ya utilizan. Yo, personalmente, me colocaría en la segunda categoría[3]. Básicamente es eso. Cuéntame, ¿por qué Nueva York es especial para ti? Le pregunta Caballero.

– Nueva York me dio la oportunidad de que se enteraran de mí porque vieron el trabajo en el metro y también a través de galerías y, ahora, también en los museos. Además, el próximo año tendré mi primera exposición individual en esta ciudad. A ti Luis, ¿qué te trae por acá?

– Pues honestamente, ahorita vine especialmente a ver cómo había quedado mi exposición en la Galería Sindin. Y pues claro, cómo no recorrer un poco de la ciudad.

La galería Sindin albergaba la exhibición ‘Graphics from America’ en donde Luis Caballero exponía obras que en su individualidad contaban con vida propia. Sus obras cargadas de emoción y movimiento presentaban la oportunidad perfecta de introducir al espectador en el espacio tanto público de las obras, como privado de los cuerpos representados. Con la maestría que le fue dotada en el nacimiento, Caballero convirtió el carboncillo, el óleo, la tinta y el aguafuerte en fibras de piel y músculo que pasaban de la realidad al lienzo, como si las obras se pintaran así mismas deseando mostrarse en su vulnerabilidad, las obras de Caballero adornaban las salas de la galería con cuerpos desnudos masculinos que también lo reflejaban a él y a su estilo que, para la década de 1980, el artista había perfeccionado y llevado a su mejor etapa.

Para Keith Haring la situación no era distinta, su galerista Tony Shafazi vio en el artista tal talento y calidad humana que lo incitó a llevar a cabo su primera exposición en Nueva York, ciudad llena de lujos y vicios que Haring disfrutaba ampliamente. La trasgresión de los límites de las denominadas bellas artes lo llevaron a incursionar en el tratamiento del color, la forma y los bordes definidos propios del arte pop y la gráfica publicitaria. Gracias a esto, llegó a tener un estilo muy fácil de reconocer debido a su alusión a los comics.  En la década de los 80, Haring sabía que con tantas problemáticas pasando en ese momento, tenía que producir arte relacionado con cada una de estas para crear conversación entre las personas.

– Si no tienes problema, me gustaría que habláramos un poco sobre la relación del cuerpo en tu arte. Y, por otra parte, si esto tiene algo que ver con tu homosexualidad. Le pregunta Keith.

– Claro, no hay problema. Yo pinto lo que me apasiona. Y nada me apasiona más que el cuerpo humano. Con el cuerpo se puede decir todo. Hay quienes encuentran eróticos mis cuadros y también hay los que consideran que son religiosos. Las dos maneras de verlos me parecen válidas. Para mí el erotismo y la religión van siempre estrechamente unidos hasta el punto de confundirse[4]. Responde Caballero.

– Lo entiendo perfectamente, a mí me pasa algo similar, me alegra ser diferente y estoy orgulloso de ser gay. Me avergüenzo de mis antepasados, no soy como ellos y realmente no le tengo miedo al SIDA… La gente podría decir que si no estás interesado en ser parte del sistema, entonces, no debería importarte que el museo y los curadores te ignoren. Realmente, creo que todo sucederá después de la aceptación. Mi red de apoyo no está formada por museos y curadores, sino por personas reales[5].

– No podría estar más de acuerdo, le dice Caballero. La experiencia artística es algo completamente personal, intuitivo y arbitrario. Algo así como la idea de gracia en religión. Dios la da o no la da. Y vaya uno a saber por qué. Tal estado de gracia es necesario para hacer una obra de arte, para crear un objeto (porque la pintura es un objeto) que sea capaz de transmitir emociones. La obra de arte debe ser universal pero esta universalidad no se alcanza, creo, más que a través de lo particular, con amor, con pasión.

– Tienes razón, la experiencia artística es completamente personal. Por ejemplo, cuando me enfocaba en hacer cuerpos fue una etapa de mi vida. Al enterarme que tenía SIDA, esto comenzó a afectar personalmente mi vida, haciendo que se volviera necesario realmente lidiar con eso y hablar más del tema en mi arte[6].

– Es que nuestros cuerpos lo son todo, en mi caso, como te venía contando, el cuerpo es el eje donde se articula toda mi búsqueda como pintor. Cuerpo como objeto y cuerpo como signo: porque el cuerpo lo dice todo. Los sentimientos y la tensión, la fuerza, el placer… Y será ese cuerpo humano –explorado al infinito, proyectado y apropiado, integrado parcial o totalmente en cada trazo, en cada pincelada– el que dará sentido a su búsqueda artística y humana, a la búsqueda de su “propia existencia corporal”.

Entre estos artistas, creadores y humanos, no existía ninguna comunidad de geografías. Estados Unidos, Francia y Colombia se encontraban hablándose y conociéndose de forma artística y humana, a la par de Caballero y Haring. Mutuamente, comprendían sus diferencias y consideraban sus similitudes como una muestra de que el espacio físico no era un limitante cuando de sensaciones, gustos y pasiones se trataba. Así, como si los minutos se alargaran en un reloj al que solo los afanados prestaban atención, estas dos figuras conocieron más acerca de ellos a través de la conversación con el otro, comprendieron sus rarezas y compartieron, por unos minutos, un espacio que habitaban a través de una experiencia estética conjunta.

– Bueno y ya que hablamos muy formalmente de nuestra obra, cuerpos y enfermedades, te parece si me cuentas algo más de ti, algo diferente. Le pregunta Caballero.

– A ver pienso, que puede ser algo interesante… Me gustaría tener hijos. Siempre tuve algo por los bebés. Pequeños bebés, son tan mágicos.

– La verdad no sé, no he tenido hijos y no sé si tendré. Me preocupa que se traumaticen o no pasen una buena infancia, por ejemplo, yo no tengo ningún recuerdo de mi infancia sino hasta después de los 7 u 8 años casi.

– ¡Wow! Si, eso suele pasar. Una de mis mejores amigas es Madonna y, en una de sus fiestas, un musico me contó algo parecido, solo que él no recordaba nada sino hasta los 13 años.

– Si, eso es grave. Por otro lado, también tengo una mejor amiga mujer, es Beatriz Gonzales, una artista colombiana.

– No hay nada mejor que tener mejores amigas mujeres, menos problemas y más chismes.

En medio de arte, reparando sobre su producción, su condición, sus vidas y su fascinación casi obsesiva con el cuerpo y la manera en la que habita el mismo, los caminos de Luis Caballero y Keith Haring se volvieron a separar. Por un breve momento, la constelación de Escorpio le regaló al arte un encuentro fugaz, que similar a una estrella que cruza los cielos de manera repentina, produjo una estela en el cielo. Para aquellos que estuvieron en presencia de tal fenómeno, la suerte estuvo de su lado y, como los lienzos que pintaron estos dos, quedaron marcados con la firma de dos hombres que en su eterno amor por el hombre dejaron huella en el arte moderno.

 

Bibliografía

“Artist Keith Haring’s Journals – ‘I’m Glad I’m Different’ | TateShots”. Consultado en  diciembre 6, 2023. https://www.youtube.com/watch?v=C5WMb4589Gw

Caballero, Luis y Beatriz González. ¡Pobre de mí, no soy sino UN triste pintor! Cartas de Luis Caballero a Beatriz González. Bogotá: Universidad Jorge Tadeo Lozano, 2014.

Caballero, Luis y Benjamín Villegas Jiménez. Luis Caballero. Bogotá: Villegas Editores, 2008.

Cruz-Malavé, A. Queer Latino Testimonio, Keith Haring, and Juanito Xtravaganza Hard Tails. 1era ed, 59-93. New York: Palgrave Macmillan US, 2007.

Haring, Keith, Keith Haring y Tseng Kwong Chi. Keith Haring. Saint Louis: Philip Samuels, 1990

Luis Caballero. Sin fecha. Www.100libroslibres.com. Consultado en diciembre 7, 2023. https://www.100libroslibres.com/luis-caballero-homenaje-luis-caballero-por-luis-caballero#titulo.

Soby, James Thrall. “The Museum of Modern Art”. The Bulletin of the Museum of Modern Art 14, no. 2 (1947): 1 https://doi.org/10.2307/4058093.

“Una Entrevista Con Luis Caballero · ICAA Documents Project En español · ICAA/MFAH” Sin fecha. Icaa.mfah.org. Consultado diciembre 7, 2023. https://icaa.mfah.org/s/es/item/1131759#?c=&m=&s=&cv=&xywh=-1334%2C-1%2C4367%2C2200.

[1] James Thrall Soby, “The Museum of Modern Art”, The Bulletin of the Museum of Modern Art 14, no. 2 (1947): 1

[2] Keith Haring y Tseng Kwong Chi, Keith Haring (Saint Louis: Philip Samuels, 1990).

[3] Luis Caballero., sin fecha, www.100libroslibres.com, consultado en diciembre 7, 2023. https://www.100libroslibres.com/luis-caballero-homenaje-luis-caballero-por-luis-caballero#titulo.

[4] “Una Entrevista Con Luis Caballero · ICAA Documents Project En Español · ICAA/MFAH”, sin fecha, Icaa.mfah.org.

[5] Haring y Kwong Chi, Keith Haring.

[6] MTV Interview Keith Haring, 1989.