Editorial – Duodécima edición
Durante el segundo semestre del 2023, en el periodo de 8 semanas que en el calendario académico de la Universidad de los Andes se denomina Ciclo I, dicté, por segunda vez, el curso Arte y paisaje. Este curso temático de nivel intermedio del programa de Historia del arte estudia el paisaje en el arte occidental como un género que se construye desde el Renacimiento hasta nuestros días, entendiendo a lo largo de esa historia, que la representación del entorno natural existe como tópico desde la Antigüedad Clásica hasta nuestros días. El paisaje como forma cultural cambiante refleja la manera como el hombre se ha relacionado con la naturaleza. Artistas de múltiples tiempos y geografías han buscado entender con diferentes medios, y respondiendo a diferentes momentos, el fluctuante vínculo entre las imágenes, la representación y el medio ambiente. En este curso propone un recorrido del tema del paisaje en Occidente desde la pintura mural romana hasta algunas manifestaciones del arte contemporáneo. Algunos de los objetivos del curso son: conocer las principales discusiones teóricas y estéticas sobre el concepto de paisaje y sobre su representación, y su evolución en Occidente, entender la construcción de la historia del género pictórico del paisaje en Occidente por medio de una serie de episodios, artistas y obras de arte desde la Antigüedad Clásica hasta el Arte Contemporáneo, y reflexionar y ser crítico, por medio de herramientas metodológicas de investigación, sobre el rol que ha jugado el paisaje en la historia del arte, en el arte académico y en la jerarquía de los grandes temas del arte visual.
Una parte importante de lo que nos proponemos enseñar en el programa de Historia del arte a los estudiantes que tomen nuestras materias es la competencia de escribir bien, entendiendo esto como la producción de un texto que cumpla con los criterios de calidad en su conceptualización, estructura, argumentación, análisis y escritura formal. Por esta razón, en este curso, cuatro de las cinco evaluaciones propuestas giran alrededor de la construcción de un texto argumentativo. La idea principal es que los estudiantes lleguen a producir un texto interesante y bien escrito, que ellos hayan ido revisando, reescribiendo y construyendo en una serie de pasos que les muestra de manera práctica y evidente, que escribir es un proceso. Los cuatro componentes que hacen parte de este proceso son: primero, el plan de trabajo, donde se explica en 300 palabras cuál va a ser el objeto de estudio y el problema de investigación, segundo, la bibliografía comentada que tiene la tarea de enseñarles a discernir y organizar, metodológicamente las fuentes de la investigación, tercero, un boceto que consiste en un avance de 1,500 palabras del ensayo final por medio del cual el estudiante recibe retroalimentación antes de la versión final y, por último, el ensayo final de 3,000 palabras con su bibliografía correspondiente. Este trabajo consiste en una investigación específica a partir de las discusiones y herramientas de investigación adquiridas a lo largo del semestre.
Para esta versión del curso, decidí implementar dos cosas novedosas a este ejercicio: la visita a la colección de paisaje de la Sala de Arte de Bancolombia y la escritura por parejas. La visita a esta colección de hizo en dos momentos, lo que enfatizó la importancia de mirar una obra de forma presencial por parte del estudiante, más de una vez. La primera visita que se hizo tenía como objetivo escuchar una visita guiada impartida por un guía de la colección con énfasis en el tema del paisaje. Además, los estudiantes debían, en esa visita, conformar sus parejas y hacer la elección de una obra, tomar apuntes, fotografías de la obra y establecer que ésta será su fuente principal. En la segunda visita, organizada para la semana 4, los estudiantes ya tendrían retroalimentación de su plan de trabajo y avances de su investigación de cara a la bibliografía. En ese espacio de 2 horas los estudiantes volvían a su obra ya con unas fuentes bibliográficas revisadas, y volvían a discutir frente a ella el problema o pregunta principal de su investigación.
La escritura en parejas tenía unas razones formativas. Recientemente, los profesores del Departamento de Historia del arte trabajamos en un proyecto editorial conjunto que concluyó el en libro Historias del arte en Colombia: Identidades, materialidades, migraciones y geografías (Ediciones Uniandes, 2022). Durante el proceso de escritura de este libro, algunos profesores escribimos textos a 2 manos, pero también a 3, 4 y hasta 5 manos, ejercicios de escritura que resultaron en unas investigaciones ricas y cohesionadas. Pensando en el éxito de este ejercicio, y en mi experiencia personal de haber escrito junto a otros, consideré que, si proclamamos que se necesita más trabajo en equipo y más trabajo colaborativo en nuestras disciplinas, habría que mostrar a los estudiantes que los primeros que aprendemos a salimos de nuestras zonas de confort somos sus profesores. No seriamos consecuentes si no les mostráramos los beneficios de conversar, dialogar, negociar, corregir desde una mirada amplia y tolerante. Por otro lado, plantear el ejercicio como parte del componente de trabajo en grupo, me permitía mostrar a esta generación de estudiantes, tan conectados con sus dispositivos, tan individuales en su manera de navegar por el mundo, tan ocupados en sus propios quehaceres y disciplinas, que conversar y trabajar en equipo les traería beneficios interesantes como personas y como alumnos de la clase.
Usando este proyecto como ejemplo, propuse a los estudiantes organizar sus propias duplas y simplemente informarme una vez elegidas las parejas. El primer reto al que se enfrentaron en la Sala de Arte fue elegir una obra entre dos personas. Acostumbrados a escribir sus textos de manera individual, tener que conversar y discutir sobre los pros o contras de una u otra obra fue ya un experimento dinámico. Después de esto, las parejas tuvieron que plantear su plan de trabajo, construir su bibliografía, escribir su boceto y aprovechar mi retroalimentación para la entrega final. El ejercicio fue un éxito, y si hubo dificultades en el camino estas fueron mínimas. Las diferentes parejas encontraron que, al trabajar en dúos, no solamente se conocieron más y mejor, sino que encontraron apoyo en el solitario y a veces desgarrador proceso de investigación y escritura. En varias ocasiones les dije, “cuatro ojos ven más que dos” y “cuatro manos escriben más que dos también”. Así como en la negociación y construcción de las ideas había retos que sopesar, también había la tranquilidad del apoyo del otro, no necesariamente de dividir tareas, pero sí de apoyarse con las fortalezas de cada uno, o de ayudar a la pareja con las habilidades propias.
A lo largo de este proceso de 8 semanas, en clase discutíamos problemas interesantes y actuales sobre el paisaje, desde los inicios etimológicos hasta los efectos coloniales y poscoloniales en la era del Antropoceno. Las parejas habían elegido obras de la colección que, por la manera como está curada y presentada, están ubicadas cronológicamente entre los siglos XX y XXI. El tipo de preguntas que se hicieron a las obras proponían una multiplicidad y variedad de enfoques y de metodologías. En algunos casos, los trabajos resultaron siendo unos análisis formales interesantes y argumentados por bibliografía secundaria, en otros, revisiones teóricas sobre el problema del paisaje aprovechando como excusa la obra de arte.
Los resultados de los trabajos y del curso fueron, en general, muy exitosos. Viendo el trabajo colectivo como un proceso enriquecedor, elegí seis textos que, en mi opinión como profesora y como historiadora del arte, cumplían con criterios de alta calidad tanto en el proceso como en el producto final. Así mismo, encontré que estos seis trabajos se aproximaban al estudio de la obra in situ y al problema de investigación desde diferentes épocas y diferentes maneras de pensar el ejercicio del ensayo argumentativo. Es por esto por lo que los trabajos que el lector encontrará en este número son de una variedad elogiable. Los textos tratan sobre las obras Paisaje tapias de adobe de Roberto Páramo (1930), escrito por Natalia Landinez y María Paula Rodríguez, Monserrate de Gonzalo Ariza (1964) escrito por María Paula Parra y Gabriel Molina, Valle del Cauca de Ricardo Gómez Campuzano (1967) escrito por María José Buitrago y Santiago Niño, In Memoriam de Antonio Barrera (1977) escrito por Mariana Ardila y Matilde Uribe, Paisaje Lunar de David Manzur (1971) escrito por Sara Sarria y Nelson Riaño, y Las Flores de Mal de Bernardo Salcedo, escrito por Oriana Colmenares y Daniela Quintero.
Este grupo interdisciplinar de estudiantes que representan carreras como Arquitectura, Arte, Historia del arte, Narrativas digitales, Licenciatura en Artes, Historia, Administración y Lenguas y Cultura, encontraron en este ejercicio una forma plural de discutir, negociar, ceder, trabajar, y pensar que, como profesora, me resultó muy gratificante. Es por esto por lo que propuse al grupo de estudiantes que lideran la Revista Clío, que me permitieran editar este dossier, donde se darían a conocer estos procesos pedagógicos y estos resultados que, una vez más, nos demuestran el enorme potencial del aula de clase. Espero que, por medio del tema del paisaje, un tópico que se relaciona con todos, los lectores encuentren unos textos estimulantes, prueba del trabajo y el esfuerzo de un grupo de estudiantes de este curso.
Verónica Uribe Hanabergh, profesora asociada
Departamento de Historia del arte